jueves, 29 de marzo de 2012

La Guerra de la Independencia en Alcalá 1810-1812 (II)

3.- 1810. La guerra llega  a Alcalá
            Al comenzar el año de 1810 el ejército francés inicia una rápida campaña para dominar Andalucía. Así, el 24 de enero el mariscal Víctor entra en Córdoba, avanzando el general Latour-Maubourg sobre Sevilla con la caballería. El 5 de febrero, Víctor se encuentra frente a Cádiz y el general Sebastiani ocupa Málaga. Ese mismo día tropas invasoras ocupan Medina Sidonia, donde establecen cuartel general divisionario. Se inicia el famoso sitio de Cádiz, donde se había refugiado el gobierno español. El tiro de los cañones franceses resonaba claro y estrepitoso en los ámbitos de Alcalá cuando corría el poniente, pues no dista éste de Puerto Real, donde estaban las baterías sitiadoras, más que siete leguas escasas, y estos lúgubres sonidos parecían, retumbar en las concavidades de nuestras montañas, los últimos gemidos y estertores de nuestra moribunda patria” (4).
     La guerra llega a la provincia. La tarde del sábado 10 de febrero en Alcalá se oyó el tropel de caballos y los sonoros ecos de los clarines, y asomándose a la puerta de su casa vio que pasaba y formaba delante de la misma un lucido escuadrón de gigantescos Dragones, tan imponentes y magníficos, que Abancen, (albacea de la familia Puelles y capitán agregado a la compañía de escopeteros de Gibraltar) apasionado a las armas y a los hombres de guerra con quienes se había criado, quedó admirado de verlos. Un bizarro jefe les dio la orden de desmonte, que en un momento ejecutaron quedando hombres, caballos y armas en pavoroso silencio, cosa rara en las formaciones de caballería. Caballos normandos de cortada cola y crin y mayores de ocho cuartos, que se podía andar por debajo de sus vientres, eran sus cabalgaduras, y rostros curtidos y poblados de espesas barbas eran los de los guerreros de la Francia. Ciegos instrumentos de una disciplina que no se ha conocido otra igual antes ni después en el mundo, aquellos gigantes armados parecían autómatas o estatuas de piedra con sus caballos petrificados….

      Al día siguiente, reconocidas y dejadas las autoridades constituidas sin más variación que la de reconocer y jurar por Rey de España y de las Indias a José I, partió el escuadrón francés con fuerza de 200 caballos, dejando un corto destacamento de 40 soldados en el pueblo con dos oficiales, un clarín y dos sargentos…” (4).
      Hubo alcalaínos que no vieron con buenos ojos las relaciones de los regidores con las tropas francesas, como veremos más adelante, denunciando “que el Alcalde mayor se ausentó para no obedecer y jurar al Rey intruso Josef, pero los Alcaldes ordinarios y todos los concejales continuaron en sus respectivos empleos, exigieron contribuciones para el ejército enemigo, dieron alojamiento a sus tropas y sacaron trigo de los vecinos labradores para su subsistencia, tratando íntimamente con los jefe de ellas, en convites particulares y refrescos, con algún escándalo de los verdaderos españoles, quienes mirábamos estos procederes contrarios a nuestros sentimientos nacionales.” (5)
     Con este panorama, la provincia se encuentra prácticamente tomada por las tropas imperiales pues las únicas fuerzas militares españolas que existen, están refugiadas en el sitio de Cádiz. Los franceses por su parte llegan hasta las aguas del estrecho con facilidad, aunque no mantienen guarnición alguna en la zona al no encontrar poblaciones amuralladas, excepto Tarifa, defendida por las tropas británicas del mayor Brown a las órdenes del gobernador español, el coronel Dabán y Gibraltar, en manos inglesas, retrocediendo los franceses para formar una línea defensiva entre Medina, Ronda, Estepona y Marbella.
     Al mismo tiempo, y coincidiendo con el viaje organizado para aumentar la popularidad del rey intruso José I, que se halla el 25 de febrero en Jerez, el 2 de marzo en Ronda, el 4 en Málaga y el 13 en Antequera, empiezan a surgir numerosas partidas guerrilleras en la Serranía de Cádiz y Ronda, en un principio totalmente anárquicas y descoordinadas, al frente de las cuales se encuentran alcaldes o presbíteros, pero que poco a poco, con la llegada de oficiales y soldados del ejercito regular dispersos tras los desastres de Sierra Morena, empiezan a disponer de cierta estructura militar y a subordinarse a algún mando castrense.






     El general Serrano Valdenebro, natural de Cortes de la Frontera (Málaga), nos describe en su  Manifiesto de los servicios hechos a la patria por el jefe de esquadra Don José Serrano Valdenebro” cómo se forma el movimiento de insurrección en la Sierra, narrando como él, ante la amenaza del enemigo, abandona su casa en Gaucín y se oculta ocho días en los bosques. la madrugada del 1 de marzo se oyó un gran ruido a las puertas del chozon llamándonos. Era una multitud de paisanos, gente principal de Gaucín, Cortes y otros pueblos, en legación para que tomase el mando de la sierra, sometiéndose de acuerdo a mis órdenes, en atención a que habiendo pasado de Gaucín a los montes de Genalguacil en busca de unos potros un destacamento de 30 caballos enemigos, varios ganaderos de Casares, Benarrabá, con algunos vecinos de aquel pueblo, reuniéndose, les envistieron pasándolos por las armas. Que alarmados los demás con esta novedad, se congregaron, y a las cuatro de la tarde del 28 de febrero entraron en Gaucín con algazara, arrojaron la guarnición, matándoles gente, los persiguieron hasta Ximena, de donde  fueron expelidos (6) y perseguidos hasta Alcalá, de donde también los expulsaron, regresándose al país llenos de trofeos. Esto executaron los serranos con algunas escopetas, espadas, hoces de podar y otros instrumentos mas propios para la agricultura  que para batallar.”
      Este es el origen de la primera acción de guerra contra los franceses en Alcalá, ocurrida el 2 de marzo, suceso del que dejan constancia los síndicos del Ayuntamiento de Alcalá, Simón Baena y Pedro Toscano:
      “Son bien notorias en toda Andalucía y casi toda España las desgracias ocurridas en esta miserable villa y sus habitantes.
    
      Invadida por el despotismo y la tiranía al mismo tiempo que Jerez y Medina Sidonia y practicadas crueles exacciones en metálico y efectos se retiraron dejando la limitada guarnición de cuarenta caballos. Noticiosos de ello personas de a pie dispersas por las sierras inmediatas se arrojaron al Pueblo y con cuarenta o cincuenta escopetas unidos con algunos del vecindario les mataron unos diez y seis Dragones y los demás huyeron.” (7)
     La pluma de Manuel María de Puelles narra a la perfección  los dramáticos momentos que se vivieron:
“Erase una mañana lluviosa y cargada de cerrazón o neblina, cuando una banda de 500 o 600 hombres con trabucos, puñales y hachas se internaron silenciosos en el pueblo, desembocando de repente por la Calle de los Pozos guiados por otros que conocían ya las calles, sucios, harapientos y en completa embriaguez , en un instante se derramaron cual banda de buitres por la población, y cercando las casas donde se alojaban los Dragones, y en especial las avenidas y puertas de las posadas donde éstos tenían los caballos, principiaron a asesinar como corderos a los que se presentaban a medio armar en medio de una gran gritería , otros que iban saliendo de sus alojamientos se defendían como leones respaldados contra alguna pared y formando un ancho círculo con sus sables, teniendo a raya a la banda de hienas, pero éstas, disparándoles con sus trabucos a boca de jarro una rociada de balas, los despedazaban y en seguida, haciendo pedazos sus palpitantes y hercúleos corazones mientras los arrastraban por el empedrado, o ensartaban sus cabezas en las puntas de los chuzos, figurando una procesión en la que beodos entonaban un cantar bárbaro parecido a los de los entierros.
           El jefe principal del destacamento había cogido sus pistolas, y llevando a su asistente al lado con sus caballos en pelo, se había abierto paso por entre las turbas de forajidos derribando dos con sus certeros tiros y trastornando a otros con sus mandobles y cuchilladas, y saliendo del pueblo se había situado en el prado, donde se iban reuniendo los pocos que en el barrio alto, oída la bullanga del de abajo, podían salir por la cúspide del pueblo, donde el triste clarín tocaba en plañidero tono el botasilla y retirada. El segundo oficial, que estaba alojado en la Casa del Caballero o de la Perea, saliendo a la calle a los primeros tiros y apercibiéndose de las escenas que se preparaban, volvió rápido sobre su casa para recoger sus caballos y encontró ésta cerrada y que sus patronos le hacían fuego desde las ventanas. Sorprendido de tan negra villanía, sacó su sable y se preparó a morir como un valiente cercado de lobos carniceros, encomendándole a su asistente al ver la felonía de sus inhospitalarios patrones que si sucumbía tomara venganza de ella.
        …  Los frailes de la Victoria, avisados de los asesinatos que a sangre fría y sin resistencia se estaban perpetrando en las casas donde algunos Dragones desprevenidos o cortados se habían amparado, saliendo con sus estolas y hasta con capas pluviales, trataron de contener estos desmanes… regándose los bandidos por el resto del pueblo, saqueando  sus moradores y arrastrando los cadáveres, que amontonaron en la plaza rugiendo como fieras. Todo aquel día horrible duró la bacanal y sangrienta orgía de los serranos, y aquella noche lúgubre en que no pararon en sus cantares y aullidos, como manada de lobos bamboleándose y cargados de los despojos del saqueo y de la rapiña, temiendo el dormir dentro de la población, la abandonaron cobardes y desaparecieron en las gargantas de la sierra por donde bajaron….”
Las represalias francesas no  tardan en llegar pues el 5 de marzo “El General Latour, que lo era de una división tres leguas inmediato (Medina Sidonia) pasó incontinenti a tomar satisfacción con dos mil infantes y doscientos caballos. Su primera diligencia fue bloquear el pueblo, tocar a degüello y saquearle. Este o la mayor parte se hallaba en las montañas temeroso del resentimiento. Fueron víctimas unas diez y seis personas de ambos sexos, los bienes muebles, frutos, casas, ganados y demás”. (7)
Revisadas las actas de enterramientos en el Archivo Parroquial hemos encontrado las siguientes relativas  a este hecho:
Muertos en el pueblo:
- Pedro Benítez:  en 5 de marzo se enterró en el panteón de esta parroquial con oficio común Pedro Benítez, natural de esta villa, viudo de Dª Gerónima Ylaria. No recibió los santos sacramentos por haber muerto en su casa al ímpetu de las tropas francesa.
- Juan Jordán:      en 5 de marzo se enterró en el panteón de esta parroquial Juan Jordán de estado soltero, natural de esta villa, mayor de sesenta años. No recibió  los santos sacramentos por haber muerto violentamente al ímpetu de las tropas francesas.
- José Gómez:       en 5 de marzo se enterró en el panteón de esta parroquial D. José Gómez, escribano público, natural de Lora del Río, casado con Dª Petronila de los Reyes. No recibió los santos sacramentos por haber sido muerto violentamente por las tropas francesas.
- Catalina Pacheco: en 5 de marzo dieron muerte violenta las tropas francesas a Dª Catalina Pacheco, natural de esta villa, viuda de D. José Suarez.
- Magdalena Oliva: en 5 de marzo dieron muerte las tropas francesas violentamente a Dª Magdalena Oliva, natural de esta villa, casada con D. Francisco de Vega.
- Alonso Recio:    en 24 de mayo se hizo oficio de medias honras a D. Alonso Recio, viudo de Dª Ana de Roble, natural de esta villa, fue muerto por los franceses el día 5 de marzo.
Muertos en el campo:
- Vicente de Cózar: en 5 de marzo falleció violentamente en el olivar de Zurita, Vicente de Cózar, natural de esta villa, casado con Isabel María Muñoz, el cual fue muerto por las tropas francesas.
- Alonso Rodríguez: en 5 de marzo murió en el cortijo de la Guardia por el ímpetu de las tropas francesas Alonso Rodríguez, casado en segundas nupcias con Juana Moreno
- Francisco Baca: en 5 de marzo  murió en el cerro del Jaral por las tropas francesas, Francisco Baca, de estado soltero, hijo de Jacinto Barea Baca y de María Acedo, natural y vecino de esta villa.
- Jacinto Barea Baca: en 5 de marzo falleció en la Palmosa Jacinto Barea Baca, natural de esta villa, viudo de María Acedo y Bastido, el cual murió por el ímpetu de las tropas francesas.
            Existen también  otros dos fallecimientos, que podríamos denominar como daños colaterales, pues si bien no se produjeron por la acción directa de los franceses, se produjeron en la huida:
- Antonia Fuerte: en 5 de marzo falleció Antonia Fuerte Jordán de estado soltera, quien se despeñó por huir de las tropas francesas.
- Catalina Balderas: en 8 de marzo se enterró en el panteón de esta parroquial con oficio de medias honras Dª Catalina Balderas, viuda de Alonso Ruiz, que murió de repente en las huertas de Rocinejo, en una de las huidas de los franceses. (8)

     Los soldados del general Latour Maubourg, además de matar a quienes se encuentran a su paso por las calles “empezaron a saquear algunas casas, entre ellas la de los Caballeros o Perea….. Esta casa, que iban a quemar y arrasar hasta los cimientos, se salvó del castigo a los ruegos de Abancen y del clero, que explicaron e hicieron ver que se iba a incendiar el pueblo entero atendida la estrechez de las calles, y ya que no pudieron dar con sus viles habitadores, sacaron todas las puertas y ventanas e hicieron una hoguera en la Plaza de la Cruz con ellas y con todo lo que la casa contenía, dejando a ésta baldía y destrozada para público escarmiento.
     Los restos de sus compañeros asesinados, conducidos a hombros de sus gastadores sobre unos trofeos hechos con lanzas cruzadas fueron, después de hacerles los honores militares, enterrados en el cortinal del convento de Santo Domingo al pie de unas palmeras que allí había”
     Otra muestra más de los saqueos cometidos la encontramos en un memorial presentado por  el  alcalaíno Juan Piñero relativo a la celebración de elecciones y en el cual escribe: “que con motivo de haber sido muertos inmediatos a las casas de mi habitación algunos dragones, cuantas veces han venido a este pueblo me han buscado para quitarme la vida, y aunque no lo han conseguido se han llevado cuanto tenía en dichas casas y las yeguas que pudieron haber en sus manos, de modo que estoy reducido a vivir siempre en el campo guardando las pocas yeguas que me han quedado, con cuyo producto me sostengo”. (9)






     Del saqueo no se libran ni las iglesias, recogiéndose en las actas de la cofradía del Nazareno:
 “Que mediante al infortunio y catástrofe que había padecido esta cofradía, a causa de la invasión del enemigo común  de la tiranía y sus secuaces, que olvidados en un todo de las altas, poderosas y maravillosas  incalculables misericordias de Ntro. Redentor Jesús, habían abusado con el abandono, ninguna protección cristiana, hasta el extremo de haber hecho en citado templo y con las Imágenes de esta Cofradía, terribles catástrofes inauditas  con abandono de la cristiandad y religión que profesamos, como son públicos y notorios, adelantándose sus tiranas ideas a los más atroces sacrilegios, robos y destrozos…” (10)
Otro tanto pasó con la iglesia del convento de Santo Domingo, donde según Madoz, “la librería casi pereció en la guerra de la Independencia”. (11)
 Ahora bien,  la desaparición de esta librería no debe atribuirse a los franceses, sino a las tropas españolas ya que existe en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz  el expediente de desamortización del convento de Santo Domingo con fecha de 20 de Abril de 1836 donde  se recoge lo siguiente:

“… advirtiendo que los libros que aparecen inventariados han sido casi todos rotos y descuadernados por varios individuos del Batallón fijo de Ceuta que la autoridad alojó en dicho convento, habiendo forzado las puertas en donde se hallaban, como quemado algunas ventanas”.
Las fuerzas españolas de la ciudad norteafricana se integran en el llamado regimiento fijo y están formadas por muchos soldados con delitos  comunes enviados a Ceuta. Consta la participación de este regimiento en la batalla de Chiclana, por lo que se deduce que este texto se refiere a la estancia de dichas tropas en Alcalá con Begines de los Ríos en febrero de 1811, coincidiendo con una época de fuertes lluvias, como veremos más adelante.

NOTAS
 (4) Manuel María de Puelles, en su “Historia de la Familia de los Puelles”. 1864
(5) Carta del vecino de Alcalá, D. Andrés López, dirigida al Consejo Supremo de Regencia con fecha de 23 de junio de 1811, inserta en el expediente sobre la suspensión de elecciones de concejales que se encuentra en el Archivo Histórico Nacional. ES.28079.AHN/1.1.15.25.25//CONSEJOS,11982,EXP.14
(6) En la Gaceta de la Regencia de España e Indias Nº 1, de 13 de marzo de 1810, en la página 11 se recoge: “De los 700 enemigos que habían entrado en Ximena, fueron pasados a cuchillo 400”
 (7) Memorial de los síndicos del Ayto. de Alcalá, Simón Baena y Pedro Toscano, dirigida al Consejo Supremo de Regencia con fecha de 6 de julio de 1811, inserta en el expediente sobre la suspensión de elecciones de concejales que se encuentra en el Archivo Histórico Nacional. ES.28079.AHN/1.1.15.25.25//CONSEJOS,11982,EXP.14
 (8) Todas estas están recogidas en el Archivo Parroquial de Alcalá de los Gazules en el Libro de Funerales nº 9 folios 16 -18 y 26-27 vuelto.
(9) Memorial de Juan Piñero, vecino de la villa de Alcalá de los Gazules, dirigida al Consejo Supremo de Regencia con fecha de 8 de agosto de 1811, inserta en el expediente sobre la suspensión de elecciones de concejales que se encuentra en el Archivo Histórico Nacional. ES.28079.AHN/1.1.15.25.25//CONSEJOS,11982,EXP.14
(10) Libro 1º de actas de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Folio 1 vuelto. Acta de la reunión celebrada el 25 de julio de 1815.
(11) Pascual Madoz. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones en ultramar, Madrid  1845. Pág. 379. 

2 comentarios:

  1. Hola Gabriel, ante todo felicitarte por el blog. Para un nieto de alcalaíno y amante de la historia como yo, es un placer leer las historias y anécdotas que periódicamente redactas.
    Además aprovecho la ocasión para ampliar la información sobe la casa del Caballero o de la Perea que según cuentas fue arrasada por los franceses durante la Guerra de la Independencia. Dicha casa creo que sería la de mis antepasados Francisco Caballero (1743-1820) y Catalina Perea (1745-1823), el apellido de la cual era originalmente Pereira, derivando a Perea a finales del siglo XVIII. Éstos casados en 1768, eran hijos respectivamente de Juan Caballero y Mariana Mateos-Jarillo y de José Pereira e Isabel González de Palma, todos ellos alcalaínos excepto Juan Caballero, que era nacido en Medina Sidonia.

    Sin más, un saludo cordial desde Barecelona.

    Sergio Romero

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    1. Gracias por los datos aportados, pero no soy Gabriel, soy su hermano Ismael.

      Un saludo

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