miércoles, 13 de junio de 2012

La Virgen de la Victoria (III)


2.2 Estudio de la policromía.

    Este conjunto escultórico formado por el Niño, la Virgen, el Sol y seis ángeles está realizado con unas técnicas artísticas muy elaboradas y que hoy día muy pocos conocen. 

     Cuando hablamos de “policromía” nos referimos a las sucesivas capas de color aplicadas a las esculturas. ¿Por qué se coloreaban las imágenes? La intención era enriquecer el trabajo escultórico, iluminando las formas para obtener en ciertos casos un efecto de realismo en las imágenes, o simbolismo en otros. El color define las encarnaciones desnudas mientras que para reflejar las cualidades y características de las vestiduras y de los fondos, se incorporaba el brillo de las láminas metálicas.

Muestra de la policromía de los rayos
     En cada época, artista y escuela se realizaban unos diseños, tonos y técnicas que permiten orientarnos para identificarlos. En el siglo XVIII en Andalucía, asistimos a una continuidad de las técnicas y de los motivos de policromía desarrollada en el siglo anterior, con la salvedad de que estos últimos se irán adaptando a las modas difundidas por el comercio de tejidos (17). En el caso de la Virgen de la Victoria encontramos muchos rasgos que diversos historiadores del arte han identificado como propios del siglo XVIII. Es un claro ejemplo de la policromía del setecientos y nos servirá para ilustrarnos en las técnicas artísticas de la época. 

     Los rayos y el sol se encuentran dorados con oro fino, y desgraciadamente algún que otro repinte de purpurina o pintura de imitación de oro ha tapado el oro original que se caracteriza por un brillo que no se altera con el paso del tiempo. Para dorar un objeto volumétrico se requiere una gran concentración y habilidad pues una lámina de pan de oro fino es tan delicada que puede deshacerse al tocarse con los dedos. Además para extender la finísima hoja de oro se debía colocar antes una capa especial de arcilla rojiza llamada bol. Así es como se doraron muchos retablos y esculturas, extendiendo los panes de oro uno a uno, mojando previamente el bol con una mano de aguacola (de ahí que se llame dorado al agua). El oro no pierde su brillo pero al ser tan fino, cualquier roce o frotación puede hacer que se pierda, apareciendo entonces la capa subyacente de bol rojizo. 

Muestra de policromía del brazo del Niño
con marchas del picado de lustre
     La técnica del dorado puede complicarse aún más, cuando se trata de representar los paños de los santos. El efecto de las telas se imitaba con la técnica del “estofado”. El estofado lo podemos apreciar en las túnicas del Niño y de la Virgen. Es una técnica utilizada para imitar las “estofas” o paños. La técnica básica consiste en aplicar oro fino y sobre este una capa de color con temple. A continuación se rayaba la superficie dejando entrever el oro siguiendo un dibujo previo. Estas ralladuras podían ser lineales o con otra forma. Por ejemplo en la nube que forma la base de la Virgen aparecen espirales, en los zapatos y el velo aparecen círculos. La técnica se complementa con los esgrafiados (se rascaba con un utensilio de punta sesgada y roma), los graneados (aplicando un punzón de diversas formas) y por último el repicado o picado de lustre, que se refiere a un finísimo punteado con formas geométricas. El objetivo de esta técnica era la imitación de la textura de un bordado y de las pedrerías consiguiendo un contraste al reflejarse la luz en la superficie dorada, partida en diferentes formas (18). En la Virgen de la Victoria se realizó esta técnica para realzar las hojas. Para culminar el trabajo de imitación de una vestidura se añaden a punta de pincel -encima del dorado- motivos ornamentales. En el siglo XVIII fue adquiriendo mucha importancia el tema floral. En el caso del Niño Jesús de la Victoria encontramos unas flores rojas muy elaboradas en su túnica. En la Virgen aparecen diversas flores y tipos de hojas incluso bayas. 

     Como hemos descrito anteriormente una de las peculiaridades de la Virgen de la Victoria es su gran manto que hoy vemos rojizo oscuro pero que originariamente tenía un efecto metalizado de tono carmesí. Hemos mencionado la técnica de la corladura. Consiste en la aplicación de una pintura o barniz coloreado transparente sobre superficies metálicas (19). Su origen parece ser una cuestión económica: era más barato utilizar plata y luego un barniz encima que imitase el oro. Con las corladuras también se conseguían efectos ópticos diferentes, como era los metalizados y los charolados Su uso está documentado desde el siglo XII y por las numerosas referencias en tratados se sabe que fueron utilizadas en esculturas, retablos cueros…Se documentan corladuras en retablos en Jerez en 1740, utilizándose azul de Prusia y carmesí sobre plata. También se venían aplicando sobre las vueltas de los mantos. 


NOTAS

(17) (Gómez & Rebocho-Christo, 2004, pág. 98) 

(18) (Moreno, 2010, pág. 72) 

(19) (Fuente, Tratado del dorado, plateado y su policromía, 1997, pág. 265). Varios tratados recogen diferentes recetas y formas de hacer corladuras: Francisco Pacheco (1649), Palomino (1724), Genaro Cantelli (1735) y Francisco de Orellana en su Tratado de barnices y charoles de 1755. (Moreno, 2010) documenta retablos con esta técnica. Su utilización se generaliza también en los talleres sevillanos del siglo XVIII, aunque se usó siempre en obras de bajo presupuesto, dando un resultado muy efectista según (Gómez & Rebocho-Christo, 2004, pág. 98).

No hay comentarios:

Publicar un comentario