martes, 22 de enero de 2013

El reloj de la Alameda


     Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos de 1991 con el título: "Feliz cumpleaños".

Jaime Guerra Martínez


      Desde que aparecieron los primeros relojes de sol en Babilonia y Judea, que son los más antiguos de que se tiene noticias, la obsesión del hombre por el tiempo, por medir el paso del tiempo ha ido creciendo, hasta el punto de buscar continuamente modos nuevos de interpretarlo, de retenerlo, de acelerarlo, de controlarlo, de hacer de él una medida sin la cual difícilmente podemos imaginarnos nuestra civilización actual. 

     Alcalá de los Gazules pues no fue ajeno a ese interés de ir marcando paulatinamente la medida de su tiempo y para ordenar la vida diaria de forma colectiva recurrió inicialmente a los relojes de sol del que se conserva actualmente uno sobre el tejado del Santuario de Nuestra Señora de los Santos. 

     Pero sería a, partir del siglo XIX con las revoluciones industriales, políticas, sociales... cuando la vida se fue acelerando y debió sentirse la necesidad de unirse a lo que empezaba a ser común y casi imprescindible, contar con un reloj de cuerda público. El lugar señalado para su colocación, la Plaza de San Jorge, plaza principal del pueblo, y en concreto en la parte superior de la torre de la Parroquia. Desafortunadamente el reloj que señalaba la hora por medio de un martillo fue destruido por un rayo en 1898 y hoy sólo queda la huella de donde estuvo situado. 

      El siglo XX se inicia en Alcalá con una etapa de desarrollo y progreso que se tradujo en aumento del poder presupuestario de nuestro Ayuntamiento que llevó a cabo una amplia remodelación de la ciudad. Se pavimentaron la mayor parte de las calles. Se trasladó el Ayuntamiento a la Alameda. Se construyó una nueva casa de matanza... 

     El 4 de Mayo de 1925 la Comisión Permanente del lltmo. Ayuntamiento, siendo alcalde Simón García Ruffo, tomó el acuerdo de adquirir un reloj para su instalación en la entonces Plaza de Montes de Oca, como exorno dentro del conjunto de remodelaciones que se estaban llevando a cabo en la Alameda. Para ello se comisionó al concejal D. Cristóbal Alberto Romero para que hiciera las gestiones oportunas con la Casa constructora dedicada a su venta, sobre el presupuesto, medidas y formas del citado reloj. 

La Alameda con el reloj ocupando el centro de la plaza, su lugar original

     Este acuerdo fue ratificado por el Pleno Municipal, por unanimidad de sus miembros, el 19 de Mayo de 1925, autorizándosele al Sr. Alberto a realizar el contrato de compra con la casa proveedora, pagando ahora la parte consignada en el presupuesto y consignar en el próximo venidero el resto del precio sin que el total excediera de 4.000 pesetas, cifra aproximada del valor total del reloj, que fue comprado en la casa Murua y Lecea y traído por la estación del Gaucín en dos carros de “Los Capachas”, transportistas alcalaínos de aquella época, sirviendo de intermediario D. Juan Navarro. 

     Debió instalarse en 1926 pues en los mandamientos de pago de este año he encontrado dos referencias, una, fechada el 30 de septiembre de 1926 a favor de francisco Ramírez, Juan Jobacho y otros por gasto de montadura y jornales invertidos en la instalación del reloj por un valor de 2.177 pesetas y 15 céntimos; y otra a favor de Cristóbal Alberto, de 24 de Diciembre de 1926, por valor de 1.500 pesetas en concepto de completo pago del reloj. 

      Posteriormente en el año 1966 con motivo de una nueva remodelación de la Alameda, el reloj se trasladó dentro del mismo recinto más hacia su interior rodeándosele de una fuente, que luego se rellenaría de tierra convirtiéndose en un arriate circular de flores. 

La Alameda en 1966, cuando se cambió de sitio el reloj

     En 1967 con el propósito de dejar libre el fondo de la Alameda para los actos públicos y dado que el reloj estaba más veces parado que andando se decidió quitarlo, quedando la Alameda algo huérfana. Sin embargo no fue echado mucho de menos. Desmontado se trasladó a la Casa de Matanzas situada al final de la Calle Nuestra Señora de los Santos, guardándose allá la parte central y superior, mientras la base quedaba arrumbada junto a la pared frente a la Fuente de la Salada. 

     Su recuperación fue llevaba a cabo durante el período de la transición por el Alcalde D. Manuel Romero Mejías en el año 1977 cuando con motivo de la restauración del pavimento de la Playa, se trasladó al final del paseo donde ha permanecido hasta el 21 de Junio en que comienza a desmontarse para volverse a colocar en su lugar primitivo el 27 del mismo mes, con motivo de la nueva renovación de la Alameda, ahora siendo Alcalde D. Luis Romero Acedo. 

El reloj en el Paseo la Playa (1977-1991)
(Fotografía www.facebook.com - Historia de Alcalá de los Gazules en imágenes)

     Su composición es bastante equilibrada y su altura armoniza perfectamente con el entorno, dando a nuestra Alameda un toque de distinción y a los alcalaínos un punto de referencia que a partir de ahora va a ir ganando adeptos. 

     A lo largo de su peregrinaje el reloj ha perdido una guirnalda que suspendía debajo de su esfera y cuatro leones que se apoyaban en la parte superior de su base, que habrá que buscar para devolverlo a su sitio correspondiente de forma y manera que nuestro reloj pueda lucir en toda su integridad. Espero que no sea tarde. 

Fotografía de 1966-67 en la que puede observarse los leones
que adornaban la base del  reloj

(foto colección Manuel Gómez)

     La base aparece decorada en sus cuatro lados por los símbolos de Mercurio, dios de la mitología romana, venerado en la antigüedad clásica por los mercaderes que le consideraban su protector. He de confesar que la premura del tiempo me ha impedido aclarar el porqué de esos símbolos en nuestro reloj. Podrían barajarse varias hipótesis, sobre las que la imaginación puede volar pero sobre las que habrá que investigar para dar una respuesta acertada. De este modo podría pensarse en que siendo la profesión del Sr. Alberto la de comerciante, pudiera habérsele ocurrido entre los distintos modelos que se le pudieran ofrecer. No me parece posible dado el carácter del Sr. Alberto y la poca entidad que el comercio tenia en nuestra localidad si lo comparamos con la agricultura o ganadería. Más bien pudiera ser que se trata de un reloj ya fabricado para otro lugar o que fuera de segunda mano, y que nuestros ediles vieron la posibilidad de adquirirlo a un precio razonable, si no hubo un previo ofrecimiento. Lo lógico hubiese sido que en esos cuadrados llevase el escudo de la ciudad si se hubiese fabricado expresamente para Alcalá. Son opiniones que no contradicen las que ustedes puedan elaborar mientras no aclaremos fielmente este punto. 

     Si comparamos su fecha de instalación, 1926, con la de su vuelta al lugar original, 1991, nuestro reloj cumple 65 años, es decir estaría para jubilarse. Pero en este caso es justo lo contrario. Hoy más que nunca parece que los ojos de los alcalaínos vuelven la mirada hacia él y lo hacemos convertido por derecho propio en un símbolo que comenzamos a valorar no por su utilidad sino por su estética y su simbología. 


     El reloj está de moda, se usa para carteles anunciadores, para campañas institucionales. Aparece en los programas electorales. Y es lógico. El reloj siempre ha sido el mismo, siempre ha querido servir para lo mismo, es decir siempre ha querido servir, ser útil sin más. Es lógico que muchos quieran identificarse con él, ser como él, más ahora que vuelve a colocársele en su sitio, aunque sea como premio de cumpleaños. Pero es que además, nuestro reloj es un símbolo por muchas cosas. Es un ejemplo, es una medida. No le importa su pasado de esplendor, de olvido, de marginación, le importa su presente y quiere echar a andar con una nueva ilusión, en una Alameda remodelada, con un corazón joven y ambicioso, No hay que olvidar por ello que nuestro reloj prefiere estar tirado en medio de la calle que claudicar ante muchas cosas. A nuestro reloj le gusta la armonía, el contemplar las cosas en la distancia, el que se reúnan en torno a él para dialogar con cordura, las cosas a su tiempo. No está reñido con el progreso, le encanta el hombre emprendedor como muestra su base. No le importa ni que lo pongan “negro“ pero hay dos cosas que no soporta: no quiere estar “parado” y le joroban los “camellos”. (1)

NOTAS

     Las fotografías no se corresponden con el artículo impreso.

      (1) Se refiere el autor del artículo al repintado que sufrió el año de la publicación del mismo, de gris a negro y a la utilización de la imagen del reloj en campañas informativas locales sobre drogodependencia en la misma fecha.

1 comentario:

  1. Quiero agregar para quien no lo sepa, que mi abuelo Juan Jobacho Benítez y casi todos los obreros que colocaron la primera vez el Reloj en la ahora Alameda de la Cruz, cogieron una insolación por lo visto fue en verano, entre el sol que ese día cayó y el calor que hizo, fallecieron casi todos, pues en ese tiempo no había antibióticos, ni nada, una temperatura de 40º o más. Mi abuelo paterno Juan Jobacho Benitez falleció a los 37 años de edad, dejando viuda a mi abuela Juana Domínguez Olmedo y a sus cuatro hijos: Francisco, Juan, Rosa y Leonardo Jobacho Domínguez.

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