viernes, 30 de agosto de 2013

El alférez Calvo y la Guerra de la Independencia (II)


   
      
      Retomando la historia de la llegada de Juan Calvo a Alcalá en 1800, es muy posible que se alojara en la casa de Juan de Peñalosa, siguiendo la costumbre de la época de que los mandos militares se alojaran en las viviendas de las personas pudientes y así conocería a Juana Peñalosa Pérez, quien sufrirá muy de cerca los estragos de la epidemia de fiebre amarilla, pues víctimas de la misma fallecerán en el último trimestre de dicho año su madre, Juana Pérez Piñero y una hermana, llamada Mariana. (5)

      Tras la epidemia, al alférez le sería asignado otro destino, pero continuaría su relación con la alcalaína a distancia, pues en 1804, estando establecido su regimiento en Cabra (Córdoba) decide contraer matrimonio con Juana Peñalosa y Pérez. Él tiene 47 años y ella 27.

     El 28 de febrero, Juan de Peñalosa da su consentimiento firmando el siguiente documento ante notario:

     “En la villa de Alcala de los Gazules a veinte y ocho de Febrero de mil Ochocientos quatro ante mi el Escno publico del numero de ella y competente numero de tgos. Parecio Dn Juan de Peñalosa y Escovar de esta Vecindad y Viudo de Da Juana Peres Piñeyro a quien doy fee conozco y Dijo qe Da Juana de Peñalosa y Peres su hija y de la referida su consorte procreada del matrimonio qe contrajeron según orden de nuestra Santa madre Yglesia tiene contraídos Esponsales de futuro con Dn Juan Calbo Alferez del Regimiento de Cavalleria de Sagunto Sesto de Casadores de estado Soltero hijo legitimo de Dn Juan y Da Josefa Negro, naturales de la Ciudad de Santa fee en el Reyno de Granada ya defuntos, y para haverlos de reducir a verdadero matrimonio le ha pedido al Otorgante su licencia y consentimto. Con arreglo a lo prevenido en la real pragmática de SM de Veinte y tres de marzo de mil Setecientos Setenta y Seis, y Cedula declaratoria de ella de dies y ocho de Septiembre de mil setecientos ochenta y ocho, y mediante a concurrir en el espresado Dn Juan Calbo las circunstancias de igualdad en calidad y deemas apreciables qe pa efectuar esta alianza se requieren, en la via y forma quemas haya lugar en dro (derecho) Otorga qe da y concede amplia licencia y facultad a la insinuada Da Juana de Peñalosa su hija pa qe sin incurrir en pena alguna celebre orden de nuestra Santa Madre la Yglesia su matrimonio con el expresado Dn Juan Calvo Negro; A cuyo efecto de su libre y espontanea voluntad para qe no se le ponga impedimto, presta su pleno consentimto. Y beneplácito, el qe se obliga en legal forma a no revocar ni reclamar con pretesto alguno y si lo hiciere no balga antes sea visto haver dado asi mayores establecimientos…”

     Una vez obtenido el permiso de su futuro suegro, el alférez Calvo, siguiendo las leyes militares de la época, solicita licencia para contraer matrimonio al Rey, entregando el 2 de septiembre a su superior en el regimiento acuartelado en Cabra, Pedro Roca, un informe con las partidas de bautismo de ambos contrayentes y documentación de Juan de Peñalosa probando su limpieza de sangre.

      Asimismo, Juan de Peñalosa daría como dote para el futuro matrimonio dos casas de su propiedad para convertirlas en su futura vivienda. Sobre estas propiedades, que estaban en la Alameda, hablaremos en otra ocasión para no desviarnos en demasía de la historia que nos ocupa.

     Tras la boda en Alcalá, el alférez continuó su carrera militar, alcanzando el grado de teniente el 8 de octubre de 1807.

     Medio año después, tras la invasión de España por parte de las tropas napoleónicas, es nombrado el 28 de junio de 1808 capitán del regimiento de Caballería de Voluntarios de Sevilla, tal como consta en su hoja de servicios, aunque en realidad lo sería del Tercio de Caballería de Tejas, pues no será hasta diciembre de 1810 cuando se declarase extinguido dicho cuerpo, pasándose a denominar como Regimiento de Sevilla.

     El Tercio de Tejas fue creado en 1804 para pasar a América y reforzar a las tropas españolas en el Virreinato de Nueva España. Sin embargo, por diversas circunstancias, en 1808, al estallar la guerra contra Napoleón, las tropas aún se encuentran repartidas por la provincia de Cádiz, incorporándose inmediatamente al ejército de Andalucía.

     Juan Calvo, por su parte, junto con su compañía de Caballería, pasará a vigilar la frontera de Andalucía con Portugal y Sierra Morena luchando contra los bandoleros. Tras la batalla de Bailén, el tercio de Caballería se unirá al ejército del general Castaños en su avance hacia el Norte.

     Es segura la participación del ya capitán Calvo en la denominada como Sorpresa de los Yébenes (Toledo) el 24 de marzo, cuando el ejército español sorprende desprevenido a un cuerpo de lanceros polacos, atacándoles, causándoles numerosas bajas y más de 100 prisioneros. Como respuesta, el ejercitó francés realiza un contraataque, culminando en la batalla de Ciudad Real entre el 26 y el 27 de marzo de 1809, donde los franceses derrotaron a los españoles, retrocediendo los nacionales hacia Extremadura. 

     Pocos meses después, nuestro personaje participa en el avance anglo español contra las tropas del mariscal Víctor, entablando combate con las tropas napoleónicas en la batalla de Talavera de la Reina (Toledo) entre el 27 y 28 de julio, donde el contingente de tropas aliadas formado por 55000 hombres y 60 cañones se enfrentaron a 46000 franceses y 80 cañones, que se saldó con la derrota de las tropas francesas.

     Tras la batalla de Talavera, el ejército aliado se dirige nuevamente hacia Extremadura, pero tan mal organizado que se ve sorprendido en su retaguardia por la embestida de las tropas del mariscal Soult a la altura de Puente del Arzobispo (Toledo) el día 8 de agosto.

     Posteriormente, se intentaría recuperar Madrid a los franceses y para ello el ejército aliado planeó atacar con las tropas del duque de Alburquerque entre Almaraz y Talavera, en una maniobra de distracción, mientras el ejército del Centro avanzaría hacia Madrid. El 18 y 19 de noviembre se encuentran en Ocaña ocho regimientos de caballería franceses con dieciséis españoles, produciéndose el choque más importante de ambas caballerías de toda la guerra.

     El varapalo sufrido por los españoles es tal, que el ejército del Centro queda prácticamente desmantelado, quedando Andalucía a merced de los invasores, por lo que los despojos del ejército español retroceden hacia Cádiz.

     En la batalladle Ocaña, Juan Calvo es herido por una lanza, emprendiendo la retirada con parte de la tropa hasta Ubrique, donde se separa del grupo para buscar el refugio de su casa en Alcalá. Aquí estará reponiéndose tranquilamente de las heridas hasta que el 10 de febrero de 1808 llegan las tropas napoleónicas a nuestro pueblo. Seguramente nuestro capitán permanecerá bien oculto en su casa junto a la Alameda.

     Un pelotón francés ocupa Alcalá sin resistencia alguna, dejando tan solo en el pueblo un pequeño destacamento de 40 soldados, un clarín, dos oficiales y dos sargentos.

     Casi un mes después se produce uno de los momentos más dramáticos, con la primera acción de guerra en nuestro suelo el 2 de marzo de 1810. Manuel María de Puelles en su “Historia de los Puelles” escrita más de medio siglo después, en 1864, atribuye la acción a una banda de 500 o 600 hombres provenientes de la Sierra, aunque también hubo participación alcalaína en estos hechos, tal como aclaramos en nuestro artículo sobre la guerra de la Independencia (La Guerra de la Independencia en Alcalá 1810-1812 Parte II). Ahora,  gracias al expediente militar de Juan Calvo, podemos corroborar estos datos por otra fuente documental distinta.

     Al quedar tan corto destacamento francés en el pueblo, pronto se organiza una especie de Resistencia, siendo muy fácil, por su rango militar, que Juan Calvo se encontrara al frente del mismo, aprovechando la llegada de los insurgentes de la Sierra para atacar y masacrar a los soldados de Napoleón. Si bien otras fuentes sitúan en torno a 16 la cifra de soldados franceses muertos, aquí aparece una cifra más exacta, concretamente 20 fallecidos. Pero la venganza francesa no se hace esperar y 3 días más tarde invade Alcalá en busca de venganza. Resultado: 12 personas muertos entre el pueblo y el campo. Nuestro capitán se ve obligado a huir a la Sierra al mando de un grupo organizado y aunque no especifica hacia dónde, es muy probablemente que se dirigiera hacía Jimena:

     “Desde la separación de este Cuerpo acredita este oficial pr certificaciones y una Real orden… haverse quedado enfermo en Alcala de los Gazules, en donde al acercarse un destacamto Frances en febrero de 810 los acometió reunido con paysanos de la misma villa y Pueblos limítrofes, obligándolo a la fuga con perdida de 20 drag.s del num.º 9 y dejando en su poder varios Cavallos y armas con qe. se armaron otros patriotas de aquellos contornos y habiendo vuelto los Enemigos con fuerzas superiores se vio obligado a fugarse a lo interior de la montaña con la Partida de su mando…”

Detalle de la Hoja de servicios de Juan Calvo

     Por esta serranía permanecerá oculto, posiblemente participando en las diversas escaramuzas que ocurrían en la zona. A mediados de octubre, después de que los franceses tomarán y volaran parte del castillo alcalaíno, abandona las partidas serranas para incorporarse en Los Barrios al ejército del General Ballesteros, que había sido nombrado Comandante General del Campo de Gibraltar a finales de Agosto.

    Este General, conociendo las aptitudes de Juan Calvo, le encomienda una tarea bastante peligrosa, pues lo envía como espía a Sevilla para controlar los movimientos del enemigo:

     “…en Oct. de 811 se presentó en la villa de los barrios al general D. Franco Vallesteros, quien le tuvo comisionado en Sevilla pa. espiar los enemigos y comunicarle cuantas noticias le podían convenir..”.

     Esta será su misión hasta que termina la guerra. Después, el 22 de junio de 1815, será recompensado por el Rey Fernando VII, con la concesión de la Cruz Supernumeraria de la Real y Distinguida Orden de Carlos III por todas sus acciones durante la misma, incluida la de Alcalá.

     Terminada la contienda bélica, ejercerá de Agregado al estado Mayor desde el 29 de marzo de 1816 hasta su jubilación del ejército, cumplidos los 68 años a finales de diciembre de 1825, después de casi 46 de servicio.

     En un padrón de habitantes realizado en Sevilla 1821 aparece viviendo en el barrio de la Parroquia de La Magdalena con su mujer Juana Peñalosa y 5 hijos, María, nacida en 1806, José, nacido en 1809, Manuel, en 1813, Vicente, en 1815 y Trinidad, en 1819.


     Con todo, es muy probable que nuestro personaje tuviera un hijo antes de su matrimonio, pues en un padrón de habitantes realizado en 1821 en la collación de Parroquia de San Bartolomé encontramos a un  Juan José Calvo, casado con Manuela Pérez. En este padrón figura con la edad de 24 años, lo que conllevaría su nacimiento  en 1797. Creemos que se puede tratar de un hijo de este militar porque en la partida de defunción de este Juan José Calvo, ocurrida en Sevilla el 18 de agosto de 1847, se dice era natural de Granada, casado con Manuela Pérez, siendo hijo de  Juan José Calvo, teniente coronel retirado, natural de Granada y de Juana Peñalosa, también natural de Granada. 

     Nuestro personaje es mencionado como uno de los héroes de la guerra de la Independencia en 1813 en una publicación titulada “El heroísmo de la nación española que da exemplo al mundo, o ya sea el secreto congreso hispalense...” donde se recoge: “…. ¡Puede darse un patriotismo mayor!... El capitán de caballería D. Juan Calvo con intrepidez y movimiento continuo se cruzaba entre riesgos para las delicadas comisiones y vidriosos encargos respectivos al general Ballesteros, y a otros muchos fines de suma importancia….”

     No hemos encontrado ningún dato sobre el fallecimiento de Juan Calvo y Negro, que debió ocurrir muy probablemente en Sevilla, donde residía tras la Guerra de la Independencia.



NOTAS

(5) Ibídem. Libro Funerales nº 8 folio 55 vuelto




viernes, 23 de agosto de 2013

El convento de Santo Domingo (II)



     Hagamos un nuevo paréntesis y veamos quien era este injustamente olvidado Padre Maestro de la Orden de Predicadores, Fray Domingo de Valtanás y Messía, quién había nacido el día 22 de julio de 1488, en “Villanueva del Arzobispo del Adelantamiento de Cazorla” como él mismo escribió, y que murió el día 2 de agosto de 1568, en nuestro convento de las Sagradas Llagas y Santo Domingo después de cinco años de cárcel, de una cárcel que como apuntábamos, recogiendo la sentencia que el Tribunal de la Santa Inquisición había dictado en Sevilla, el 25 de febrero de 1563, era “irremisible por todos los días de su vida”, según resultó tras un largo y sigiloso proceso inquisitorial como consecuencia de una una mala interpretación de los  escritos de uno de los más fecundos escritores de la espiritualidad española del siglo XVI.

     Una condena que llevó a que sus obras fueran relegadas al olvido, cuando estas como han demostrado recientemente los estudiosos de la literatura espiritual de esa época, Pedro Sainz y Álvaro Huerga, son equiparables a las de Fray Luis de Granada, San Juan de Ávila, Santa Teresa de Jesús o San Francisco de Borja. 

     Aunque también hemos de decir que dicha obra se haya, por fin, recuperada gracias al tesón de los autores antes citados y algunos otros más, quienes han logrado, hace pocos años, que se reediten varios de sus libros. De cualquier modo nos parece interesante destacar que de entre su obra merecen especial atención sus “Apologías”, tan breves, tan claras y tan espontáneas todas ellas, pero que llevan siempre un mensaje de fe sencilla y de diáfana claridad.

      Pero Fray Domingo no sólo fué escritor. Fray Domingo de Valtanás, fue un incansable fraile andariego que impartió su singular magisterio en las aulas universitarias, en los púlpitos y en los confesionarios de toda Andalucía, aunque entre escritos, aulas, sermones y confesiones, aún tuvo tiempo para fundar once monasterios de frailes y de monjas dominicos, entre ellos cinco en su provincia de Jaén, uno de los cuales, “El convento de Santa Ana” lo ubicó en su propia casa natalicia de Villanueva del Arzobispo y al día de hoy sigue ocupado por monjas dominicas.

      En recuerdo de aquel importante escritor espiritual y pobre fraile, la calle que da acceso a este convento que fue su prisión y lugar de su muerte, el Ayuntamiento de Alcalá rotuló la calle que da acceso al convento desde el lateral de la plaza de abastos, como “Fray Domingo de Valtanás”.


      Retomando de nuevo el desarrollo cronológico de los hechos, hemos de decir que a principios del siglo XIX sería cárcel de nuevo, pero de otra índole y por otros motivos. En 1811 -12 fue cárcel para los dragones franceses, apresados por los alcalaínos durante la guerra de la Independencia, muchos de los cuales fueron ajusticiados y enterrados a los pies de las palmeras del huerto. De resultas de ello vendría luego la cruel represalia francesa y se cree que fue en los momentos de la ocupación francesa cuando debió perderse gran parte de la importante biblioteca del convento.

      Y en 1819 sería cárcel para el Coronel Antonio Quiroga y Hermida, preso por su participación en la conspiración del Palmar del Puerto. Como dato anecdótico hemos de señalar que, aunque se había decretado al preso incomunicación rigurosa, ésta no se cumplió pues Santo Domingo fue para Quiroga lugar de reposo, donde recibió a Vallesa, Alcalá-Galiano y Mendizábal, con los que preparó en el mismo convento, el llamado “Levantamiento de Riego”, que llevó a los liberales al poder entre 1820-1823 .

      Curiosamente fue una ley de Mendizábal, la desamortizadora de 1836, la que acabó con la vida del convento. Un convento ya muy decaído por aquellas fechas –la mitad de su Iglesia se había derrumbado en el siglo XVIII, se habían perdido el crucero, el abside y gran parte del claustro- y muy limitada en cuento a personal (cinco sacerdotes y dos legos), pero inmensamente rico, con grandes propiedades rústicas en Jerez –las excelentes viñas del pago de Macharnudo- y Alcalá, que habían posibilitado que el convento alcalaíno socorriese a otros más importantes como Sanlúcar o Jerez.

     Una vez desamortizado y exento de sus propiedades, los dominicos abandonan el convento. Según F. Toscano , el expediente de venta especifica que el convento con sus cercas tenía 896 varas y con otros anejos, 18.948 pies cuadrados en total. Prácticamente todo es vendido a particulares, a excepción de los que queda de la Iglesia, y con todo algunas partes de la Iglesia (las capillas superiores) también. Lo que queda de templo pasa a manos de la iglesia diocesana, que ocasionalmente la abre al culto hasta aproximadamente 1925 en que dejaron de celebrarse actos litúrgicos y el templo empieza a utilizarse para la catequesis parroquial. Jaime Guerra, en magnífico trabajo sobre los colegios de Alcalá, nos aporta el dato de que en 1933 hubo conversaciones entre el Ayuntamiento alcalaíno y el Obispado de Cádiz para montar en el edificio un Grupo Escolar, pero no se llegó a ningún resultado positivo.

     Sea como fuere, en los años de la postguerra civil se inicia el desmantelamiento del templo y sus altares e imágenes se dispersan, algunas van a la parroquia: la imagen del Rosario de Martínez Montañés, recientemente restaurada y retornada a los altares, el Cristo del Perdón, el Cristo de la Columna, la Virgen de las Lágrimas, el retablo y la imagen del Rosario de la capilla del Sagrario de la Parroquia, etc... otras salen para iglesias o conventos dominicos de fuera, como es el caso del Santo Domingo que presidía el altar mayor que se encuentra hoy en la iglesia dominica de Córdoba y otras de las que desconocemos su destino.

     A partir de entonces el edificio fue utilizado como silo por el Servicio Nacional del Trigo, como palenque y como almacén, hasta que en 1978 el Obispado la vende a un particular y se desmantela el extraordinario artesonado del coro –hoy en una sala de fiestas en Puerto Banús (Marbella)- y se inician los proyectos más descabellados: tienda de muebles, almacén frigorífico,… proyectos que afortunadamente no cuajan y que posibilitan que en 1990 lo adquiera el Ayuntamiento e iniciase los trámites para restaurarlo –el primero de ellos fue conseguir que se declarara BIC, Bien de Interés Cultural, afortunadamente incoado en 1992, la redacción del proyecto de restauración- las obras cuya primera fase se llevó a cabo en 2001-2002 bajo la dirección de Tomás Carranza y esperamos que se concluyan pronto en base al nuevo proyecto que pretende terminar las instalaciones de este edificio y la intervención en su entorno, para conseguir un fin que tuvo siempre y que debe servirnos de orgullo y de honra a los alcalaínos: Santo Domingo: Centro de Cultura.


EL EDIFICIO HOY


     El templo actual consta de una sola nave central y ocho capillas laterales, de las cuales tres, y parte de una cuarta, están ocupadas por viviendas particulares. Esto, es parte de los que el templo debió ser en un principio, pues nos consta que en un momento indeterminado, entre 1750 y 1860, y por causas todavía desconocidas, se produjo el derrumbe de las bóvedas del crucero y de la cabecera del templo, reduciendo este a su estado actual, con una sola nave, -de unas dimensiones de 20,60 metros por 8,00 metros de ancho-, el edificio se cubre por cubierta, que incluye las capillas laterales, de teja sobre vigas de madera y tabla a dos aguas, bajo ésta, dejándola oculta, una falsa bóveda de cañón con insinuación de arcos fajones y lunetos, de construcción muy posterior a su origen. A los pies de la nave central existió un coro sobre artesonado de cedro, apoyado sobre dos columnas de orden toscano, -que siguen en la Iglesia como única muestra visible de la existencia del coro-.

     En su cabecera, el edificio se cierra con un muro construido, con posterioridad al derrumbe de las bóvedas del crucero y de la primitiva cabecera, con restos de los materiales del derrumbe, -piedras trabajadas: tambores de columnas, molduras de impostas y restos de las nervaduras de las bóvedas-, y en el que todavía es posible observar baquetones y molduras góticas del arranque del arco toral que ocupaba este lugar y que hoy está cegados por dicho muro.

      A ambos lados de la nave central existen en la actualidad una serie de capillas, las cuales están intercomunicadas entre sí por pequeños pasillos, calados en los muros que las separan, y a las que se acceden desde la nave central mediante arcos apuntados, en las capillas números 1, 2, 5 y 6, y por arcos de medio punto, en las capillas números 3, 4, 7 y 8.





viernes, 16 de agosto de 2013

El alférez Calvo y la Guerra de la Independencia (I)



         Ismael Almagro Montes de Oca

     Juan Calvo y Negro es uno de esos personajes casi anónimos que tuvieron que luchar contra la invasión de las tropas napoleónicas a partir de 1808. Muchos se preguntarán quién era y qué relación guardaba con Alcalá.

     Hasta hoy, el único dato conocido de Juan Calvo es que en 1800, siendo alférez del Regimiento de Dragones Sagunto, participó en el descubrimiento de la ermita de los Santos Mártires (La ermita de los Santos Nuevos: la basílica visigoda de Alcalá). Sin embargo, gracias a unas investigaciones genealógicas llevadas a cabo por Santiago Iglesias Labat, que nos ha cedido amablemente los documentos, hemos podido conocer más sobre la figura de este militar granadino, destinado un tiempo en nuestro pueblo, donde casó con una alcalaína y que fue condecorado por sus acciones durante la Guerra de Independencia.

     El alférez viene al mundo el 13 de enero de 1757 en la granadina ciudad de Santa Fe, siendo sus padres Juan Calvo y Josefa Negro, naturales de aquella ciudad, siendo bautizado el 18 del mismo mes y recibiendo el nombre de Juan José.

     La infancia y juventud de nuestro personaje son completamente desconocidas, hasta que inicia su carrera militar. Por su hoja de servicios sabemos que ingresa como soldado en el regimiento de Dragones de Sagunto el 20 de junio de 1773 (1), un regimiento en el que poco a poco va ascendiendo en el escalafón militar. Así, el 10 de septiembre de 1776 asciende a granadero, y medio año después, el 10 de marzo de 1777, a cabo. Posteriormente, el 31 de julio de 1872 asciende a sargento segundo y todavía tendrá que esperar otros diez años para obtener el grado de sargento primero, concretamente el 25 de febrero de 1792.

     El 11 de noviembre de 1796 su compañía es destinada al Campo de Gibraltar para defender los intereses españoles en la Guerra contra los ingleses. En el transcurso de esta campaña es nombrado alférez el 10 de julio de 1798.

     Al acabar su misión a finales de julio de 1800, el alférez debió ser enviado Alcalá para tareas relacionadas con la remonta, es decir, con la compra, cría y cuidado de los caballos para proveer al Ejército, tal como aparece en el expediente sobre la ermita de los Santos Nuevos.

      Al descubrirse los restos de la citada ermita, Juan Calvo participó en un primer momento directamente en la excavación, aunque debido a que la gente empezó a congregarse en el lugar, ordenó taparlo todo y dejó a cuatro soldados de guardia. Después de esto, imaginamos que daría parte a las autoridades civiles y militares y debió regresar seguramente a San Roque, sede del Capitán General del Campo de Gibraltar, jurisdicción militar donde estaba incluida Alcalá.

Dragones de Sagunto en 1806.
Aspecto que podría presentar Juan Calvo en su llegada a Alcalá

     Llegados a este punto, podemos ofrecer una pequeña novedad sobre la excavación llevada a cabo en la ermita y es que hemos encontrado un documento en el Archivo Histórico Nacional donde se recoge el testimonio de José Montero, que ejercía de campanero y sepulturero y de José Antonio Fernández, asegurando que participaron en las excavaciones junto a varios militares durante dos meses:

      “Jose Montero Campanero y Sepulturero qe siendo desterrado con otros 10 compañeros y un cavo, 11 soldados, cabo sargto. y oficial en fin de Octe. a unas escabaciones particulares al serro del caracol en qe ocuparon como dos meses mantenidos solamte. con el Pan y Prest del Rey pasando a cobrar este a S. Roque y qe desde allí se les mando trasladar al Pueblo de Alcalá, a tiempo qe ya se havia concluido la Epidemia…” (2)

      Todos los que participaron en la excavación, tuvieron que desplazarse hasta San Roque, para cobrar por los trabajos realizados, ya que debido a la epidemia de fiebre amarilla que se estaba padeciendo, sus salarios no les fueron entregados.

     Casi con total seguridad, el 27 de noviembre de 1800 el alférez Calvo y Negro será uno de los dos oficiales que junto con un destacamento de 44 soldados es enviado por el comandante General de San Roque hacia Alcalá “para acordar con el Alcalde mayor las providencias para cortar la epidemia qe se suponía estinguida” (2) Las tareas de este contingente consistirían principalmente en asegurar el cordón sanitario en la población para que nadie entrase o saliese sin autorización y evitar así que la enfermedad se propagase.

      Esta llegada a Alcalá será crucial en el futuro de nuestro personaje porque aquí conocerá a Juan de Peñalosa, su futuro suegro, que estaba encargado de proveer el pan diario para la tropa:

      “Dn Juan de Peñalosa proveedor…manifestó qe a las raciones de Pan del Rey añadia como ½ libra por orden del Corregr. acompañado segn le parece de certificación del Comandte de la partida…” (2) 

     Haciendo un inciso sobre nuestro personaje, creemos oportuno conocer un poco más sobre Juan de Peñalosa y Escobar, cordobés de nacimiento y avecindado en Alcalá al menos desde 1776, pues aparece en las actas del cabildo municipal celebrado el 22 de agosto de dicho año, siendo nombrado como uno de los encargados para realizar un padrón municipal de vecinos, asignándole concretamente parte del sector 3º, que comprendía las calles Plaza de la Cruz, los Pozos y Rio Verde. (3)

      Poco antes había contraido matrimonio en Alcalá y en 1777 nacerá la que será la futura mujer del alférez Calvo. Por su partida de bautismo sabemos que Juan de Peñalosa era Síndico Personero del Ayuntamiento en aquella época.

     “En la Va de Alcala de los Gazules, en tres días del mes de Marzo de mil setecientos setenta y siete años; Yo dn. Franco de Oliva, Beneficdo propio y Cura mas antiguo de las Ygls. de esta Va. bautizé a Juana Josefa de los Stos. qe. nació el dia diez y ocho de Febro. proxmo. passdo. es hija legma. de dn. Juan de Peñalosa y escovar, natural de la Ciud de Cordova y Sindico Personero de esta Va. Y de Dª Juana Perez Piñero, natural y vec. de esta Va. fue su padrino Dn. Rafael de Peñalosa y Escovar vec. de dha ciud. De Cordova, adevertido de sus obligacnes. Y parentesco espiritual; y declaró dho padre de la bautizada no haver tenido otra hija de estos nombres, fueron tgos (testigos) Dn domingo Piñeyro, dn Pablo Sierrei y dn Pedro de la Guardia vecs. de esta Va y lo firmé fha (fecha) ut Supra= dn. Franco de Oliva” (4)


      
     

NOTAS

(1) Archivo Militar de Segovia. Expediente militar de Juan Calvo y Negro.

(2) Archivo Histórico Nacional, CONSEJOS, 11992, EXP. 34–49. 

(3) Datos recogidos por Fernando Toscano de Puelles en “Historia de la congregación-Beaterio de Jesús, María y José” pág. 37. 

(4) Archivo Parroquial de Alcalá. Libro de bautismos nº 20 folio 41


viernes, 9 de agosto de 2013

El Patrimonio arquitectónico (V)



XI.-La Victoria 

     Aunque los Mínimos se establecieron en Alcalá en 1550 y siguiendo una práctica habitual de la orden lo hicieron utilizando como primer convento una capilla preexistente en sitio entonces alejado del centro de la Villa, la de San Antón (3), años más tarde, 1682, terminarían por trasladarse al nuevo convento que habían construido más cerca de la Villa y al que todavía hoy conocemos la Victoria. 

     La Iglesia de dicho convento tiene planta de cruz latina patriarcal, con una sola nave y crucero de exiguos brazos, a los que se adosan dos pequeñas capillas laterales, una en el lado del evangelio (que da acceso también a las escaleras del coro) y otra en el lado de la epístola. 

      El templo, ante el que existe compás o pequeño atrio que da frente a la Alameda, mide 26,30 m. de largo por 6,80 m. de ancho y se accede al mismo desde el pie, en cuya parte superior y con una anchura de 4 metros se encuentra el coro. 


     En líneas generales podemos decir que la Iglesia responde a los cánones arquitectónicos del XVII y constituye un espacio equilibrado y armónico que destaca por su altura, la luminosidad y por centrar todas las miradas hacia el altar mayor que se encuentra a un nivel superior como consecuencia de haberse construido sobre el espacio conocido como “la Peñuela”. 

     La nave central se cubre con una gran bóveda que apoya sobre una cornisa adintelada a modo de entablamento, que se asienta sobre unos capiteles de estilo corintio con los que se rematan unas pilastras adosadas a los muros. 

     Unas pilastras que, en las esquinas del espacio del crucero y por el efecto de unirse, simulan ser grandiosas columnas igualmente rematadas por capiteles corintios de los que nacerán los arcos escárzanos que soportan la hermosa cúpula de media naranja rebajada que corona el crucero. 

      Tanto en esta cúpula como en la bóveda los frailes constructores del convento jugaron hábilmente con la luz, y si en la bóveda aprovecharon los lunetos para colocar ventanas, en la cúpula lo que hicieron fue utilizar la parte inferior para insertarle ocho óvalos que simulando un gran tambor, de hecho no son más que ventanas. De cualquier forma, lo verdaderamente interesante es el resultado final ya que toda la luz natural que penetra en la Iglesia lo hace desde arriba, generando una atmósfera efectista y envolvente. 

 
       Junto a la iglesia se encuentran lo que antaño fueron dependencias conventuales que hoy funcionan como complejo parroquial constituyendo un conjunto que configuró urbanisticamente la zona (ocupa toda la margen derecha de la Alameda y las calles José Tizón y Peñuela).

     El referido complejo conventual se distribuía en torno a un pequeño huerto-jardín, que estaba rodeado por los corredores porticados que constituyen el claustro, al que se abrían las puertas y ventanas de las dependencias de la planta baja, mientras que en la segunda planta sobre 3 de los lados del claustro se encontraban distintas celdas y dependencias y el lado restante, el colindante con la Iglesia quedaba como azotea o corredor para acceder al coro y a la estilizada espadaña con que se adorna la fachada principal del edificio. Todo el conjunto se cubría por tejado a dos aguas hoy desgraciadamente desaparecido. 

     Desamortizado en 1836, por la famosa Ley Madoz, pasó a manos de la Iglesia diocesana que la erigió en auxiliar de la Parroquia con el título de “Iglesia de San Francisco de Paula”, y desde mediados del siglo XX por su situación en la zona baja de la ciudad y por haber establecido en la misma tanto la residencia de los sacerdotes como las dependencias administrativas y pastorales, es el templo en el que se celebran la inmensa mayoría de los actos religiosos, en lógico detrimento del templo mayor parroquial. 


XII.-El casco urbano: sus viviendas 

     “La Ciudad española clásica, colocada en un cerro, es una creación completa, un producto estético perfecto y acabado. En su formación, en su silueta, hasta en aquellas que son relativamente modernas, se ve que ha presidido el espíritu de los romanos, de los visigodos y de los árabes. Son estas ciudades, ciudades roqueras, místicas y alertas: tienen el porte de grandes atalayas para otear desde la altura”. 

Pio Baroja. 
Memorias de un Hombre de Acción. 


     El núcleo urbano de Alcalá como fruto de su lenta gestación a lo largo de la historia, alberga distintos tipos de viviendas que, con todo, se pueden agrupar en tres: la casa señorial, la casa urbana y la vivienda popular. 

     Con carácter general, salvo excepciones, podemos afirmar que las casas “señoriales” se concentran en la Plaza de San Jorge y calles adyacentes mientras que los ejemplares de casas “urbanas” lo hacen en el eje constituido por Real-Alameda-Pozos y las viviendas “populares” se dispersan por todo el núcleo. 

     Se suele conceptuar como casa urbana aquella tipología de vivienda que, respondiendo a un proyecto preconcebido, presenta una composición de fachada culta en la que son frecuentes las expresiones historicistas y existe cierto interés por la ornamentación bien resaltando los huecos con molduras o incorporando otros elementos de adorno. Así pues, dentro de este grupo encontraremos edificios a los que habrá que catalogar como barrocos y neoclásicos junto a otros a los que, por su lectura estética difícil o por sus múltiples modificaciones, habrá que denominarlos eclécticos (4). 


     Por último, dentro del grupo de “vivienda popular” se deben incluir aquellas que reúnen todos o la mayoría de los invariantes constructivos tradicionales de Alcalá. Unos invariantes (composición de fachada, cubierta, huecos, etc...), que no responden a leyes predeterminadas sino al pragmatismo absoluto y a la concepción personal de sus autores, en la mayoría de los casos los mismos que habían de habitarlas quienes, al resolver los problemas técnicos que se les planteaban con soluciones basadas en la tradición y en la experiencia, sin ningún tipo de preocupaciones por tabúes estéticos o convencionalismos, lograron que fuesen dichas viviendas populares las que diesen carácter ambiental a todo el conjunto urbano. ç


NOTAS: 

(3) La llegada de los mínimos a Alcalá se produciría a instancias y a expensas del beneficiado de San Jorge, Alonso Cárdeno, estableciéndose primero en la antigua capilla de San Antón en lo que hoy es el Colegio Público Juan Armario. 

(4) Entre los edificios eclécticos del Conjunto Histórico Alcalaíno quizás el caso más significativo sea el ubicado en el número 5 de la Calle Real. Una casa construida a fines del siglo XIX para Casa-Tienda y que hoy es vivienda unifamiliar, cuya lectura podría ser la siguiente “Composición de fachada en rigurosa simetría y jerarquía, con una concepción de la ornamentación ecléctico-historicista, con claras reminiscencias barrocas, destacando la importancia de cada planta. Planta Baja decorada con ovas perimetrales y molduras sobre arco. Planta primera con balcón central enfatizado con dintel en frontón sobre ménsulas antropomorfas y balcones laterales con dintel, en arcos de medio punto sobre abanico; ambas con modillones sobre concha. La Planta segunda tiene ventanas con barandilla y moldura perimetral de filete. Dinteles, friso y cornisa decoradas.” 


LIBROS DE CONSULTA 

-ALMAGRO MONTES DE OCA Gabriel. Alcalá de los Gazules en el Fondo Documental Sánchez del Arco. Excma. Diputación Provincial de Cádiz, Cádiz, 2001 

-ALMAGRO MONTES DE OCA G. y GUERRA MARTINEZ J. Alcalá de los Gazules: el Medio Físico y Humano. Ayuntamiento de Alcalá de los Gazules. Cuaderno de Temas Alcalaínos. Alcalá de los Gazules. 1991. 

-NAVARRO ARIZA, María Rosa; El Conjunto Urbano de Alcalá de los Gazules en Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio, 1997-98; Edición Municipal, 1998, Págs. 63 y sig. 

-NAVARRO ARIZA, María Rosa; Caracterización, Definición y Delimitación del Conjunto Histórico de Alcalá de los Gazules para la Consejería de Cultura, Inédita. 

-RAMOS ROMERO, Marcos. Alcalá de los Gazules. Diputación de Cádiz. Historia de los Pueblos de la Provincia de Cádiz. Jerez. 1983. 

-TOSCANO DE PUELLES, Fernando. Iglesia Parroquial de San Jorge en Alcalá de los Gazules. Guía Breve. Ayuntamiento de Alcalá de los Gazules. Cuaderno de Temas Alcalaínos. Cádiz. 1990 

-TOSCANO DE PUELLES, Fernando. Historia de la Congregación Beaterio de Jesús, María y José. Diputación Provincial. Cádiz. 1988 

-TOSCANO DE PUELLES, Fernando. Las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia en Alcalá de los Gazules. Asociación de AA. AA. SAFA. Chiclana, 1985 

-TOSCANO DE PUELLES, Fernando. Sainz de Andino el Hacedor de Leyes. Diputación de Cádiz. Cádiz. 1987. 

-VV.AA. Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio. Cuaderno de Temas Alcalaínos. Ayuntamiento de Alcalá de los Gazules, varios números de edición anual: 1988-2003.

viernes, 2 de agosto de 2013

Nuestra Prehistoria


Artículo publicado en la revista de Apuntes Históricos 1989


Guillermo García

     Piérdese en la noche de los siglos el origen de muchos pueblos de España. La mitología, la fábula o la leyenda, a lo largo del tiempo, han tejido un nebuloso mosaico de relatos imaginativos, de tradiciones ancestrales, de fantasías cargadas de misterio, y también de hechos reales, que hacen muy difícil la tarea de investigador cuando trata de ahondar en nuestras raíces históricas. 

      Pero, entre la hipótesis más o menos aventurada, o el análisis racional que las modernas técnicas de investigación ofrecen al experto en estos temas, estudiando la historia de Alcalá de los Gazules, desde su más remoto pasado, partimos del hecho concreto que estando situado su hábitat humano dentro del área geográfica de Andalucía, a cuyo ente regional pertenecemos encontramos que "en tierra andaluz está probada la presencia del hombre desde los comienzos del Cuaternario, hace al menos un millón de años. Excavaciones recientes llevadas a cabo en Cúllar de Baza (Granada). o en el Aculadera (Puerto de Santa María, Cádiz), y hallazgos en otros lugares, ha proporcionado industrias de aquellas lejanas fechas. Resultan del trabajo de hombres primitivos. que apenas sabían golpear un canto para obtener una punta o un filo con el que atacar o defenderse de los animales. o atender a otros menesteres. Son estos instrumentos - choppers. chooping-tools - los característicos de las más viejas culturas del Paleolítico inferior. Quienes por entonces poblaban Andalucía parece que vinieron de Africa a través del Estrecho de Gibraltar, zona que durante el Cuaternario pudo ser un istmo transitable y no una barrera salvable. como lo sería en tiempos históricos" (1). 

Hachas prehistóricas halladas en las Porquerizas y  las Correderas
   
      Otro punto muy importante a tener en cuenta es que el primer asentamiento de nuestra ciudad, como poblado primitivo, se enclavó en una de las zonas estratégicas más importantes de Andalucía como es la provincia de Cádiz, por la cual han desfilado innumerables pueblos primitivos. Punto de enlace entre Europa y África, por aquí pasaron las más viejas civilizaciones, que quedaban cautivadas por el clima suave de nuestra provincia, su sol vivificador, sus torrenteras y lagunas, la exuberancia de sus prados y de sus bosques, complementada con la abundancia de caza en sus montes o de pesca en su extenso litoral. Esta rica región de la remota Iberia fue pronto codiciada y sirvió de punto de encuentro a todos aquellos trashumantes pueblos prehistóricos que arribaban a las costas gaditanas. los cuales nos dejaron huellas imperecederas de su paso por nuestro privilegiado solar. 

      Los más antiguos restos humanos hallados en Andalucía corresponden a una humanidad que pudo haber vivido hace miles de años, y de esta raza de andaluces del Paleolítico inferior se conserva el cráneo del hombre de Neardenthal, aparecido en el año 1848 en la cantera de Forbes en Gibraltar, en cuya comarca estamos inmersos los alcalaínos. Y es aquí, precisamente, cuando comienzan los destellos de esa Historia que los estudiosos pueden ir acotando con datos más precisos, gracias a los fósiles, armas toscas, sepulturas, dólmenes, menhires, estos arqueológico, etc., que van apareciendo. El hombre se organiza como una sociedad de cazadores – aún no conoce la agricultura ni el pastoreo- utiliza el arco y pulimenta la piedra de la que obtiene toda clase de rudimentarias piezas para el ejercicio de su tarea fundamental en la lucha por la supervivencia: la caza. Ya ha descubierto el fuego y busca abrigo en las cuevas para resguardarse del frío glacial, cubriendo su cuerpo con la piel de los animales. No sabemos si como una ofrenda a los primeros impulsos religiosos del hombre –algunos autores sostienen este criterio- o que una vez cubiertas esas primeras necesidades del alimento, del vestido y de la vivienda, el homo sapiens inicia ya los primeros balbuceos de la creación artística, lo cierto es que esta época surge el arte de las cavernas, con sus famosas pinturas rupestres. Si aceptamos la idea religiosa, puede que el hombre eleve en estos templos de la prehistoria su adoración a lo que para ellos era fuente de la vida: los animales, con cuya carne se alimentaban, con cuya piel protegía su desnudez, y plasman en las paredes de sus cuevas la representación pictórica del objeto de su culto. Muchas civilizaciones posteriores habrían de rendir culto también a los animales y todavía hoy, en la India, la vaca es un animal sagrado. La otra hipótesis, la del arte, nos inclina a pensar que el hombre, recluido en la caverna durante las largas jornadas invernales, siente una necesidad vital de grabar en las rocas algunas escenas del Mundo visual que discurría a su alrededor, y allí quedan fijados para asombro de la posteridad aquellos elementales y logrados frutos de la creación artística y el vuelo imaginativo de nuestros lejanos antepasados. 

Cueva de la Cabeza en el término de Alcalá (foto http://www.arte-sur.com)

      Y referida a nuestra comarca, en ese periodo prehistórico del hombre de la caverna, Enrique Romera de Torres nos dice lo siguiente en relación con esos asentamientos y cuevas: 

      “Pero donde más abundan son en las Sierras de las Momias, Tahones, Pedregoso, la Mesa, Picacho de Barbate, Picacho de San Bartolomé, de En medio, Bolonia, Zanona, Medina Sidonia , La Perra, Vejer, Alcalá de los Gazules, Retín, del Torero, Silla del Papa, etc., y muy especialmente en las que circundan la depresión tectónica del Barbate, en las gargantas orientadas hacia la laguna de la Janda, en cuyos parajes se establecieron los pueblos primitivos, atraídos por la fertilidad del suelo, la abundancia de caza acuática y ricas praderas” (2) 

      Vemos, pues, por este texto que nuestro pueblo, ubicado en la zona “que circunda la depresión tectónica del Barbate" (nuestro río) ha sido una estación prehistórica muy remota del Sur de la Península Ibérica, y ha estado habitado desde lejanos tiempos. 

Pintura rupestre en la Cueva de la Cabeza  (foto http://www.arte-sur.com)


NOTAS 

(1) Bendalan, Manuel. Historia de Andalucía. Tomo I pág 1. 

(2) Romero de Torres, Enrique. Catálogo Monumental de la Provincia de Cádiz. Tomo I pág 10.