viernes, 9 de mayo de 2014

La Venida de la Virgen en 1745


     En el año 2002, Gabriel Almagro Montes de Oca, publicaba un  artículo titulado "Protocolo en la Venida de la Virgen de los Santos a Alcalá"  en la Revista de Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio, en el que, entre otras cosas, recoge un relato que un beneficiado anónimo escribió narrando la venida de la Virgen en 1745, cuyo texto es el siguiente:
     
“En fines de septiembre del año próximo pasado de setecientos y cuarenta y cuatro se dejaron venir las lluvias tan abundantes que inundaron los campos por espacio de seis u ocho días, cesó la intemperie se descubrió un felicísimo otoño, se labraron los campos a satisfacción y tan sin miedos a aguas que llegó el mes de Enero de setecientos y cuarenta y cinco y a excepción de tal cual amago de lluvia, o por mejor decir rocío, no nos había brindado mas el cielo; se afligieron las mieses con la seca, esterilizose el campo tanto que perecían los ganados y el Cielo por tan sereno, nunca mas desagradable a nuestra vista; viendo estas miserias, juntaronse los Beneficiados en consulta, y resolvieron hacer rogativas, las que se ejercitaban todos los días acabada la Misa mayor a toque de campanas.

     Viendo permanecía del tiempo la inclemencia vino diputación de la Villa al clero pidiendo el que se trajese a la Virgen de los Santos, único remedio en nuestras aflicciones, convinieron uno y otro Cabildo, para lo que se nombraron cuatro diputados, dos eclesiásticos y dos capitulares seculares, quienes asumieron el cuidado del culto de la imagen y con diligencia previa se empezó a hacer un novenario al Santísimo Cristo de la Viga de misas cantadas con asistencia de todo el clero, diciendo las misas por sus antigüedades los beneficiados (de valde) y en las tres tardes inmediatas de este novenario fue el clero en procesión de rogativas con todos los guiones de las cofradías a los conventos de Santo Domingo y San Francisco de Paula y a la Ermita de la Soledad, en cuyos altares mayores se entonaba la pública rogativa.

      Determinose por fin el día diez y siete de Enero para traer la Virgen en cuyas vísperas salieron los diputados a buscar limosnas por el pueblo para tener anticipado el mayor culto y prevínose en el altar mayor de nuestra iglesia un altar suntuoso rodeado de tres aras en donde se pudieran juntos ofrecer tres sacrificios, dispuestas así las cosas, en la mañana del aplazado día salió el clero a las siete en procesión de rogativa, la que se componía de las Cofradías con sus guiones, de los Caballeros particulares y de todos estados, gremios y personas; presididas de la Villa, quedando solo en la Iglesia el semanero y tal invalido eclesiástico.

      Despidieronse en desmandadas cuadrillas todo el vecindario de uno y otro sexo, tanto que se veían poblados los caminos; llegaron al santuario de la Imagen en cuyas aras oficiaron todos los corazones exaltados en llantos y suspiros; díjose una misa cantada por el Beneficiado en quién estaba el turno del antecedente novenario, hizose la rogativa y se retiraron a tomar un bocado a la ligera, banquete de paso, comida en pie, como la que hicieron los israelitas estando para transitar hacia el desierto. Saciada ya en algún modo el hambre de aquel tan numeroso concurso formose la procesión tomando los sacerdotes en sus hombres a la Imagen de María Santísima de los Santos, arca milagrosa del testamento en donde depositó el Señor tantos prodigios. Salió de su retiro más en alas de los suspiros del concurso que de los hombros que al parecer la conducían.

Salió de su retiro 
      Pero apenas lograron de su presencia las esferas mandó el cielo como corrido de haberse mantenido tan remiso en los ruegos de los hijos de tal Madre, vistiéndose el negro capuz de densas nubes se empezaron a desatar en líquidos radales, pero con tanta prudencia que no embarazó a la conducción de nuestra Aurora, la que seguía su camino primero en hombros de el Clero, luego en los de la villa, y por sus jerarquías en los de aquel tan dilatado concurso, según parecía conveniente a los diputados que llevaban el mando. Apenas del camino subió la imagen la mas empinada cumbre, que se pudo divisar desde este pueblo cuando empezó el universal repique de campanas el que no cesó hasta la colocación de la imagen en la Iglesia; aún no bien poblaron las lenguas de metal a las esferas fieles mensajeras del mayor aplauso cuando desalojando sus casas los pocos moradores que restaban en el pueblo, se salieron a esos campos consolados con divisar su norte aunque de lejos.

       Fuese acercando la imagen hasta el Puente en donde esperaba la religión guerrera que conducía la primorosa imagen de Jesús Infante a cuyo encuentro, puesta la imagen de los Santos en hombros de su clero, hizo tres reverencias al Dios Niño, a las que correspondió con otras la imagen de Jesús, y llevando delante a la Señora, siguieron hacia el pueblo su destino, conduciendo a las dos imágenes muy honradas las dos Comunidades; llegaron a la calle de la Salada en donde estaba el Palio y la Cruz Alta, la que se incorporo en la procesión yendo el palio detrás del dulce nombre, donde venía el Semanero con la capa morada.

       En la Plaza de la Cruz salió la Comunidad Victoria mínima en el estatuto y en el número con Jesús Nazareno, a quién le hizo la imagen de Maria otras tres reverencias recíprocas como las del Niño. Colocaron las tres imágenes en tres altares, junto a la Victoria la imagen de los Santos y el Niño a la derecha, y enfrente a Jesús el Nazareno, ante quien cantó el clero el Miserere de rodillas, finalizado el cual, por las imágenes las reverencias reciprocas, retirose Jesús a su capilla y siguió la procesión con las tres comunidades y todo el pueblo hasta la Iglesia mayor del Señor San Jorge; en la que colocada la imagen de Maria se retiraron las dos Comunidades y el Niño y se dio fin a la estación del día.

En la Plaza de la Cruz salió la Comunidad Victoria mínima
en el estatuto y en el número con Jesús Nazareno

      Desde las siete de la mañana se iluminó el altar mayor, con muchas luces las que ardieron hasta la hora de cerrar la Iglesia, siendo indecible el concurso que llenaba de clamores todo el templo; hubo Misa Mayor con vestuarios del Semanero asistida de todo el Clero, y a la tarde desde la hora de víspera se volvieron a encender las luces, las que ardieron hasta las ánimas. Aquella noche hubo sus fuegos.

      Se principió al día siguiente el novenario con sermón diciendo la misa de cada día aquel a quién le pertenecía por su turno. En este mismo día a las ocho de la mañana vino la Comunidad Dominica a quienes dándole altar mayor y coro (lo que solo se ejecuta en esta ocasión) cantaron una misa a nuestra Imagen y después de víspera vino la misma comunidad y siguió las nueve tarde a cantar salve y letanías, siendo recibidas y despedidas por los diputados y demás cleros que así se hallaban una hora antes de ponerse el sol se tocaba a salve media hora a la que concurría todo el clero mientras estuvo en Alcalá la Virgen cantaban después la letanía y se finalizaba con rezar en comunidad el rosario por la noche ya que no se pudo novenario de sermones, hubo nueve pláticas por los sujetos a quién convidaron los diputados los que se decían después que venían a la Iglesia los rosarios, los que como el tiempo lo permitiese no perdían noche.

       Aunque tenían los diputados su demanda y rifas varias para poder costear tan excesivo gasto de cera no dejaron de decaer las limosnas, no tanto por falta de devoción, cuanto por suma necesidad del pueblo, cuya falta suplieron muchos individuos que como particulares costeaban el gasto muchos días.

se verificó el mismo número de luces
desde el día dieciocho de Enero hasta el día veintiuno de Marzo
 que se fue la Virgen.
      El día quinto de novenario hubo fiesta del Sr. San Ildefonso con sermón y el señor manifiesto en la misma iglesia mayor y llovió tanto aquella mañana que apenas se concluyó la función se cantó en el coro el Tedeum con los corazones revestidos de placer que con las voces, (pobre del que le cogio la plática aquella noche, que teniéndola estudiada de rogativa le fue fuerza predicarla de acción de gracia) el día noveno hubo sermón con lo que quedó concluido el novenario. Prosiguió la lluvia y el culto de la virgen sin que se aminorase una luz en sus aras ni faltase el clero a misa las que se cantaban por el beneficiado Semanero.

      Aunque tenían los diputados su demanda y rifas varias para poder costear tan excesivo gasto de cera no dejaron de descaecer las limosnas, no tanto por falta de devoción, cuando po suma necesidad del pueblo, cuya falta suplieron muchos individuos que como particulares costeaban el gasto muchos días y asi se verificó el mismo número de luces desde el día dieciocho de Enero hasta el día veintiuno de Marzo que se fue la Virgen.


    Viendo que se acercaban las carnestolendas y que las aguas no cesaban para conducir la Virgen a su templo se trajeron por la tarde unos aficionados que cantaban al son del órgano violín y otros instrumentos muchas coplas a la Virgen echas al contento con que se paseaban las tardes divertidas las que se finalizaban con la salve y letanías acostumbradas los tres días de carnestolendas se estuvo el Señor de manifiesto mañana y tarde dejando a las tres de vísperas las que se cantaban con la solemnidad posible.

     Llegó la cuaresma se vistió la Virgen de morado y los sermones de los viernes en la tarde de la Soledad y de la Victoria se predicaban en esta Iglesia por estar presente la Virgen en donde concurrió todo el pueblo.

      Llegó el día de San José al que se trajo en procesión de la ermita la víspera en la noche como se acostumbraba y se colocó junto a la Virgen en el lado del Evangelio, aquella mañana se despobló todo a ver junto tan divino esposo, cosa que aquí no se había visto. Se hizo la fiesta con sermón y aquella tarde después de víspera llevamos al Santo a la capilla.

Exvoto existente en el Santuario con las imágenes de San José y la virgen de los Santos
     Volvimos a la Iglesia en donde sucedió un prodigio que no será razón se quede en el silencio. A eso de las cinco de la tarde entró por la iglesia impelido por su devoción y precisado de su necesidad Rodrigo Pérez estribando su humanidad casi cadavérica en los hombros de su esposa yendo en el duro arrimo de una tosca muleta, instrumento que le acababa de sacar de su lecho en donde había estado sin movimiento casi por espacio de tres meses, todo el concurso de la Iglesia puso los ojos en este espectáculo en el que ya sin fuerza se dejó caer sobre un banco como tres cuartos distante del asiento en que a la sazón me hallaba con otro eclesiástico, no fiándose la mujer en las débiles fuerzas de su esposo se le puso inmediata para poder sostenerlo, pero él alzando los ojos a la milagrosa Virgen que veíamos cada instante hecho un mar de lágrimas, fueron tan eficaces sus clamores que levantándose de repente soltó en el suelo la muleta y con una agilidad inexplicable tomó la puerta afuera a vista del concurso; su esposa que se halló sin el marido, que no poco antes con tanto trabajo había conducido, entregó la muleta a un bonacillo salió a la plaza en donde lo encontró tan alentado publicando que se hallaba ya bueno y para prueba le dio una vuelta en media hora a todo el pueblo. Este prodigio he puesto aún que de paso porque fui de él testigo de vista y vuelvo a seguir mi historia.

      Serenose el tiempo y el domingo tercero de cuaresma a las siete y media de la mañana vino la Comunidad Dominica con el Dulce Nombre de Jesús y la Comunidad Victoria; formose la procesión como había venido por la calle de la Carrera, salió la Virgen de la Iglesia entre el concurso clamoroso de todo el pueblo que llenaba el dilatado espacio de suspiros y como la señora se retiraba del centro de nuestros cariños, no se veían más que lágrimas ni se escuchaban mas que llantos tiernos. Entró la Virgen en la portería de las Monjas que cantaron lo que supieron y siguió hasta la calle de la Salada en donde se despidieron del Dulce Nombre con las mismas ceremonias que a la venida donde como se retiraba de las casas se renovó el llanto de los que podían seguir la comitiva. Despedidas las dos Comunidades siguió la procesión hasta la Ermita en la misma conformidad que a la venida compuesta de todo el pueblo, no cesando los repiques hasta que se perdió de vista aquella Aurora en que tenemos visados todos nuestros remedios.” (1)



NOTAS

(1)  La documentación utilizada procede de una copia mecanografiada del documento original a la que se le ha dado el título de “Miscelánea de Noticias”

No hay comentarios:

Publicar un comentario