viernes, 7 de noviembre de 2014

Verdades y mentiras en torno al Bronce de Lascuta (y III)




      Emil Hübner en su Colección de Inscripciones latinas fija el hallazgo entre 1866 y 1867 y es aquí donde entra en juego mi teoría. 

     El bronce no apareció en la Mesa del Esparragal, sino en la Parroquia de Alcalá, en las obras de ensanche de las capillas del baptisterio y del Santo Entierro, cuyo terreno fue obtenido en 1863 de parte de la antigua cárcel, al otro lado de la muralla primitiva (10) y que fueron construidas entre 1863 y 1875 (11)

      Precisamente en la documentación del Archivo Parroquial de Alcalá se conserva un libro titulado Cuentas de Fábrica 1827-1909 donde se recogen los gastos e ingresos de la Parroquia en ese periodo, en el que aparece entre los ingresos del segundo semestre de 1866 la entrada de 500 reales “por la mitad del hallazgo qe se encontró en la obra nueva que pertenece a esta Parroquia” 


      ¿Qué objeto apareció por el que alguien pagó 1000 reales? ¿Quién se llevó la otra mitad, los otros 500 reales? Evidentemente tuvo que ser para los albañiles que encontraron el objeto. Para hacernos una idea de la cantidad que se pagó por el objeto encontrado baste decir que en el mismo año y en las mismas cuentas de la Parroquia encontramos unos gastos de reparación en la Iglesia de la Victoria donde consta que mil ladrillos tenían el valor de 120 reales, una fanega de cal para encalar 12 reales o que la asignación anual para mantener dicha Iglesia era de 2000 reales. Es decir, que con lo que se pagó por el objeto hallado, se podía mantener la Iglesia de la Victoria durante medio año.

      Conviene aquí volver a la información recogida por Marcos Ramos Romero, que menciona al párroco Francisco de Paula Castro y Moreno. ¿Qué tiene que ver con todo esto el párroco, fue el vendedor, el intermediario? Intuyo que Marcos Ramos pudo ver alguna documentación relativa en el Archivo Parroquial y por eso lo menciona. Probablemente el cura, al ver que el objeto aparecido no tenía nada que ver con la Iglesia, decidió venderlo, pero facilitó datos erróneos para evitar cualquier complicación y por eso transmitió al comprador la información del hallazgo en un lugar donde sabía que había restos romanos. En el mismo Archivo se conserva documentación sobre los trabajos arqueológicos llevados a cabo en 1800 por el arquitecto Albisu en la ermita de los Santos Nuevos, donde aparecieron los restos de los Santos Mártires y la lápida conservada en la misma Parroquia, en la que puede leerse: “tiene inmediato en otro montecito vestigios manifiestos de población arruinada, pues se descubren hasta paredes manifiestas y cimientos llenos…”. Esta información estaba al alcance de la mano del párroco. 

      Recordemos también que en la década de los 60 del pasado siglo apareció una piedra con inscripción tallada, en las obras de cimentación de una casa en la calle Miguel Tizón, entre el antiguo Ayuntamiento y el muro que daba a la cárcel vieja, justo a escasos metros de las capillas de bautismo y del Santo Entierro. Esta inscripción, que se cree era funeraria, se conserva en el Beaterio y en ella se podía leer: “L. Aemili… Miceni… Ma…” (12)

Inscripción funeraria hallada junta a la Puerta Nueva y conservada en el Beaterio

      De ser cierta mi teoría (alguien podrá argumentar que son meras suposiciones, pero tampoco hay ninguna prueba que demuestre que el bronce fue hallado en la zona de la Mesa del Esparragal, tal como tradicionalmente se argumenta en la versión “oficial”) habría que situar la Torre lascutana mencionada en la inscripción en Alcalá y no en la citada Mesa, como hacen algunos. Aunque en el citado lugar exista una torre, ésta es de construcción medieval con aprovechamiento de materiales romanos existentes. No hay pruebas para relacionar esta torre con la Turris lascutana mencionada en el Bronce, tal como consta en el cartel que se halla, por cierto destrozado y en el suelo, en la misma. Conviene aquí reseñar que el toponímico Lascut significa pedregal o peñascal, por lo que Turris Lascutana sería “castillo de los pedregales”, coincidiendo plenamente con la traducción del toponímico árabe “Alcalá de los Gazules”, puesto que el vocablo gazul en una de sus acepciones significa pedregal o peñascal. Esta coincidencia puede indicarnos que Alcalá de los Gazules sería la heredera de la Turris Lascutana, asentada sobre el gran monte rocoso de la Coracha, donde afloran las rocas, especialmente junto al torreón del Castillo.

El cerro  rocoso de la Coracha visto desde los depósitos romanos de la Fuente de la Salada
   
      Poco a poco van saliendo a la luz más vestigios romanos bajo la actual Alcalá, lo que parece indicar que aquí había establecida una autentica urbe romana y no una simple torre vigía, como algunos sostienen. Baste recordar que en los trabajos de restauración del castillo, aparecieron restos de cimentación romana bajo el mismo, algunas monedas y fragmentos cerámicos del mismo origen y Madoz en 1845 (13) refiere la utilización de restos romanos en la construcción del torreón: “en cuya fachada, que mira al O. en la esquina de la der. se ve una lápida con caracteres romanos, ininteligibles ya por haberse corroído la piedra… en la cara del E. había, según se dice, otras dos lápidas con inscripción”. Según la opinión de Rodríguez Berlanga, la posición del aro que tiene el Bronce indica que debió estar metido en un eje de bronce, acaso clavado a la pared (14)

      A la existencia de estos restos romanos bajo la actual Alcalá, habría que añadirle los restos del puente romano, (¿construirían los romanos un puente de piedra si en lo alto del cerro de la Coracha solo existiera una torre vigía?), los depósitos de la Fuente de la Salada y los cuatro depósitos aparecidos en 2007 en la calle Alonso el Sabio, con capacidad para almacenar 557,12 m3 de agua, lo que sugiere la existencia de una población importante (15).

Cartel en la Torre de la Mesa del Esparragal
      Mientras estudiosos como Hübner, Rodríguez Berlanga, o Heïss no dudaron en relacionar el bronce con Alcalá y por consiguiente con la ciudad mencionada en el mismo, el reconocido numismático Antonio Delgado Hernández (16) dudaba de esta relación, situando Lascuta no muy lejos del Estrecho de Gibraltar y argumentando que el bronce es un objeto pequeño, de fácil traslación y que “al huir los más comprometidos Lascutanos de la ira de sus antiguos señores, se llevaran consigo y aún escondieran el título de su libertad y por consiguiente la circunstancia del lugar de su hallazgo nada prueba”. Añadía además que de las 15 monedas lascutanas descritas por Heiss, tan sólo de las dos de su colección se podría decir que procedían de Alcalá, puesto que de las demás se desconocía la procedencia. 

      ¡Si el bronce era de fácil traslación, cuánto más unas pequeñas monedas! El propio Delgado Hernández reconoce en su obra que Gaillard encontró una moneda de Ascuta en los alrededores de Sevilla y él mismo encontró 12 en la campiña de Jerez y una en Villaluenga del Rosario. Defendía su argumento diciendo que recolectó muchas monedas por todo el distrito de Alcalá y no halló ninguna de Lascut. 

      Este argumento de Delgado Hernández sobre la ausencia de estas monedas en Alcalá se vino abajo un siglo después, pues en 1979 aparecieron varias monedas romanas y una libio-fenicia de Lascut en las excavaciones realizadas el 22 y 23 de septiembre por el Museo de Cádiz en los depósitos romanos de la Fuente de la Salada. (17) 

Moneda de Lascut

       Otra historia es ya discernir si la Turris Lascutana y Lascuta eran la misma población, que con el paso del tiempo tomó el segundo nombre, o si por el contrario, se trataba de dos poblamientos distintos. 

      Lo que sí está claro es que el Bronce de Lascuta, del que se conserva una réplica en el Ayuntamiento alcalaíno y otra en el Museo arqueológico de Jerez, se ha convertido en nuestro auténtico DNI romano que nos legitima como pueblo con una antigüedad al menos de 2203 años, 


NOTAS 

(10) TOSCANO DE PUELLES Fernando; “La Parroquia”. Cuadernos de Temas Alcalaínos nº 1. 1990. Pág. 14 

(11) RAMOS ROMERO Marcos; Alcalá de los Gazules. 1983. Pág. 331 

(12) Ibídem. Pág. 160. 

(13) MADOZ Pascual; Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid 1845, pág. 375. 

(14) RODIGUEZ BERLANGA, Manuel; “Los Bronces de Lascuta, Bonanza y Ajustrel”. Málaga 1881, págs. 493 y ss. 

(15) MONTAÑES CABALLERO Salvador y Manuel; Primeros hallazgos de urbanismo romano en Alcalá de los Gazules. Revista de Apuntes Históricos y de nuestro Patrimonio 2007. 

(16) DELGADO HERNANDEZ Antonio; “Nuevo método de clasificación de las medallas autónomas de España.” Tomo II. 1871. pág. 162. 

(17) RAMOS ROMERO Marcos; Alcalá de los Gazules. 1983. Pág. 161 

2 comentarios:

  1. Amigo y colega Ismael, soy Francisco Antonio García Romero (Jerez Fra.).
    Un sábado de enero (no recuerdo ahora si el 15, el 22 o el 29: aún no ha salido la publicidad), con motivo de la 'Pieza del mes' de nuestro Museo Arqueológico, vamos a hablar Eugenio Vega y yo del Bronce de Lascuta desde el punto de vista filológico (su significación para la lengua latina) e histórico (su trascendencia para la vertebración del territorio astense). En nuestro libro (con el prof. Antonio Ruiz Castellano) sobre "Inscripciones latinas de Jerez de la Frontera" (UCA 2016) desgraciadamente no nos pudimos hacer eco de tu convincente hipótesis sobre el descubrimiento del bronce y nos atuvimos a las muy confusas noticias que de antaño se han venido barajando. Ese próximo sábado te citaremos, por supuesto, y traeremos a colación el importante enclave de la parroquia de San Jorge que conocemos 'in situ' y del que ya hemos hablado otras veces ("Origen e historia del antiguo obispado asidonense", etc.) por albergar una de los testimonios de 'nuestro' Pimenio.
    Aprovecho para felicitarte por tu completísimo e interesantísimo blog.
    Feliz año 22.
    Paco Antonio (pacoagr61@gmail.com)

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    1. Feliz año y muchas gracias por dar a conocer parte de la Historia de Alcalá

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