viernes, 5 de diciembre de 2014

La villa de Alcalá de los Gazules: un enclave fronterizo del reino de Sevilla en la Baja Edad Media (IV)





3. Alcalá en el siglo XIV

      En 1295 moría Sancho IV y comenzaba la regencia de la reina María de Molina en nombre de su hijo, el futuro Fernando IV. Este período de minoría fue aprovechado por los reyes de Granada y Aragón, que se aliaron para atacar en distintos frentes las posiciones castellanas. Sin embargo, en la zona que nos interesa, -alrededor de Alcalá de los Gazules, no se produjeron cambios apreciables debido, según M. A. Ladero, a dos motivos: el primero, indudablemente, fue el abstencionismo marroquí, y el segundo, la defensa organizada por Alfonso Pérez de Guzmán.

      La situación se fue aclarando para Castilla con la firma de una tregua con Granada en 1302, por la que Muhammad III renunciaba a las plazas que le había prometido el pretendiente al trono castellano, Alfonso de la Cerda, es decir, Medina Sidonia, Vejer, Tarifa y Alcalá de los Gazules, si bien siguieron en su poder las plazas de la Alta Andalucía conquistadas entre 1296 y 1302; Quesada, Alcaudete, Castillo de Locubín y Bédmar. En 1304 se llegaba a la paz con Aragón en Torrellas: Castilla perdía en favor de Aragón la porción norte del antiguo reino de Murcia y Alfonso de la Cerda, como hijo del primogénito de Alfonso X, renunciaba a sus derechos al trono castellano a cambio de una serie de señoríos con carácter hereditario, entre ellos el de Gibraleón, más otras compensaciones económicas.

     En 1309 se reanudó la guerra. En esta ocasión se formó una triple alianza de castellanos, aragoneses y benimerines contra el reino de Granada. Fernando IV consiguió conquistar Gibraltar en dicho año, pero se vio obligado a levantar el cerco sobre la plaza de Algeciras. En 1310 se firmaba una paz con Granada en condiciones muy favorables para Castilla, situación que se prolongaría en la zona del Estrecho durante más de veinte años debido nuevamente a la inactividad de los meriníes, dueños de las ciudades de Algeciras y Ronda.

     A los pocos meses de firmarse la paz con Granada, en julio de 1310, Fernando IV volvía a sacar del realengo a Alcalá de los Gazules para cederla a Alfonso Fernández de Córdoba (49) el fundador del linaje más importante del reino de Córdoba y uno de los principales de toda Andalucía. La donación se realizó a cambio de la obligación, por parte de Alfonso y sus sucesores, de mantener al menos ciento cincuenta hombres de armas en la villa “para nuestro servicio y que fagan ende guerra si mester fizier”. 

     Para ello Fernando IV escogió a un experto defensor de la frontera frente a los musulmanes, señor de la villa de Cañete por merced de Sancho IV, al que ya había recompensado anteriormente en 1300 con la donación de una dehesa en la Sierra de Córdoba (50). La cesión en señorío de Alcalá era completa y hereditaria, e incluso se detalla en el privilegio el orden de preferencias en la sucesión de Alfonso Fernández de Córdoba. Sin embargo, parece que en la práctica el caballero cordobés debió actuar como alcaide de la villa más que como verdadero señor de la misma. Esta es la autorizada opinión de C. Quintanilla, que añade para confirmar su afirmación otras circunstancias como la inexistencia de noticias sobre su función en Alcalá y el hecho de que saliese rápidamente de su patrimonio, ya que no se la menciona en su testamento, otorgado el 25 de octubre de 1327 (51). Una vez más, y no sabemos por qué causas ni desde qué año concreto, Alcalá volvía a integrarse en las posesiones de la Corona.

      El largo período de paz que para la zona del Estrecho significó la tregua de 1310 fue roto en 1333: en febrero de este año, Abd-al-Malik, hijo del emir meriní Abu-l-Hassan, sitiaba la plaza de Gibraltar. Al llegar el verano, Alfonso XI organizó un ejército para romper el cerco, pero estando ya cerca de Jerez se supo que el alcaide de Gibraltar, Vasco Pérez de Meyra, la había entregado a los benimerines. A pesar de ello, las huestes castellanas siguieron su marcha hacia el sur, pasando por Alcalá de los Gazules el día de San Juan (52), aunque no pudieron tomar la plaza recién perdida. En agosto de 1333 se firmaba una nueva tregua por cuatro años entre Alfonso XI, Abd-al- Malik y el rey de Granada, que llegó a las inmediaciones de Gibraltar para ayudar a sus aliados meriníes. Alfonso XI volvió entonces a Sevilla, pasando de nuevo por Alcalá de los Gazules (53), para hacer frente a las coaliciones nobiliarias que tanto obstaculizaron sus actuaciones militares en la frontera.

Gran Crónica de Alfonso XI
     De nuevo, la guerra volvería en 1339 y de nuevo Abd-al-Malik, el Abomelique de las crónicas, comenzó a saquear las tierras andaluzas, en especial los términos de Jerez, Lebrija y Medina Sidonia. La reacción de los nobles y de los concejos de la zona pudo frenar estas peligrosas incursiones meriníes hasta derrotar estrepitosamente a los norteafricanos, muriendo el mismo Abomelique, en las inmediaciones de Alcalá, junto al río Patrite (54), cuando las tropas castellanas estaban en Arcos, supieron que “el Ynfante era passado de Xerez e que levaua muchos ganados, e que yua por tomar el castillo de Alcalá de los Gazules, que dezía que un enaçiado le auía dicho que gelo faría entregar” (55); tras esta noticia, abandonaron Arcos “e yendo por el camino, vinieron les cinco omes de cavallo que eran de Alcalá de los Gazules e dixeron les que el ynfante Abomelique yva esta noche a dormir a la vega de Pagana, cerca del rrío de Patrire...” (56). Según la tradición, en recuerdo de esta batalla surgiría el santuario de la Virgen de los Santos, patrona de nuestra villa (57).

      Los sucesos acaecidos entre 1339 y 1344, año este último de la conquista de Algeciras, tuvieron escasas repercusiones en las poblaciones de la zona del Estrecho. Como ha señalado M. A. Ladero, en aquellos años “lo que se jugaba era un predominio militar y naval, más que territorial” (58). La guerra de aquellos años, momento culminante de la «batalla del Estrecho», significó la decadencia definitiva de los benimerines en suelo peninsular; en 1374, Gibraltar, Ronda y Marbella fueron evacuadas por las últimas guarniciones meriníes, devolviéndolas definitivamente al emirato nazarí. A partir de 1350, tras el frustrado asedio de Gibraltar y la muerte de Alfonso XI, se inicia un dilatado período de paz “oficial” y estabilidad de más de cincuenta años, en una frontera que volvía a ser compartida únicamente por castellanos y granadinos.

   
Tras la batalla de Pagana, las tropas cristianas erigieron una cruz con el lema "Sanctus, Sanctus, Sanctus"
habían acampado, origen del Santuario de la Virgen de los Santos

NOTAS


(49) 1310, julio, 21. Sevilla.

       El documento original en A(Archivo), D(Ducal), M(Medinaceli). Privilegio Rodado, núm. 20, transcrito por M. A. LADERO QUESADA-M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ. «La población en la frontera de Gibraltar...», ob. cit., doc. 15.

(50) C. QUINTANILLA RASO. Nobleza y señoríos en el reino de Córdoba, La Caso de Aguilar (siglos XIV y XV) Córdoba, 1979. Pp. 34-35.

(51) Ibid.. p. 35, nota 45.

(52) Gran Crónica de Alfonso XI, ob. cit., vol. II. cap. CXXXVII, p. 43.

(53) Ibid., cap. CXLVII. p. 69.

(54) J. GUICHOT Y PARODY, en su Historia General de Andalucía, vol. I. 2 edición, Córdoba, 1982. p. 407, sitúa la acción de esta batalla en torno al río Álamo.

(55) Gran Crónica de Alfonso XI. ob. cit., cap. CCLXII, p. 276.

(56) Ibid., pp. 276-277.

(57) M. RAMOS ROMERO. Alcalá de los Gazules, ob. cit., p. 218.

(58) M. A. LADERO QUESADA-M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ. “La población en la frontera de Gibraltar…”, ob. cit, p. 18.


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