domingo, 24 de julio de 2016

San Juan de Ribera y sus vínculos con Alcalá de los Gazules (I)




Fernando Toscano de Puelles


       Para dar a conocer más a San Juan de Ribera y su relación con Alcalá de los Gazules, se estima de interés la refundición o extracto de unos pasajes de nuestro libro Las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia.... (1.995). En este edificio del Colegio SAFA sitúase la casa-residencia de los Ribera en la niñez del Santo (hijo de Don Perafán de Ribera, I duque de Alcalá), quién visitó el lugar de niño y luego lo transformó en Convento de Clarisas.

      Con la pacificación general de España, el castillo ha perdido protagonismo en favor del conjunto del pueblo. Las ciudades, en este periodo de la transición al Renacimiento, conocen el despertar social de los burgueses y aún del estado llano, y se caracterizan por su crecimiento, a lo que no es ajeno el desarrollo gremial. Una nueva forma de vivir descubre el pasear y deambular por callejas y plazas.

      El villazgo de los Ribera experimenta el crecimiento habitual y constatado en tales dominios de jurisdicción señorial. Las fuentes oficiales asignan a Alcalá de los Gazules la cifra de 1500 vecinos, con una pila bautismal, a finales casi del siglo XVI: exactamente en 1587 (1). Al hilo de esta relativa expansión, nos interesa ahora acercarnos desde Alcalá a ese linaje Ribera, que usó el topónimo como apellido y denominación genérica del mismo Señorío, incluso sobreviviendo al cognomen Afán y aún al regio Enríquez, antepuesto después. Será la de Ribera la Casa donde ha quedado adscrito de manera relevante su más ejemplar individuo: San Juan de Ribera.


      Hallamos al entonces titular, don Pero Afán de Ribera, con sus Casas Propias en Sevilla, la vulgarmente conocida por Casa de Pilatos (desde que don Fadrique Enríquez de Ribera la hiciera pretorio, o primera Estación del Vía Crucis). Concretamente, don Perafán estaba de ordinario bien lejos de aquí, ya porque visitara sus Estados o porque altas encomiendas públicas le hicieran ausentarse. Fundamentalmente, pues, vemos al que sería I Duque de Alcalá de los Gazules de Virrey de Cataluña de 1554 a 1558, bajo Don Carlos 1, y de 1558 a 1571, bajo Don Felipe II, ejerciendo de Virrey de Nápoles. El que era III Adelantado de Andalucía lleva su dignidad a los nuevos horizontes de la expansionada España de su tiempo.

      El titular de nuestro Ducado posee por derecho propio la Grandeza de España, sucesora de la antigua Rico-hombría de Castilla y León. Es la dignidad seglar más elevada que existe en España (2). Con la concesión del título Ducal, Alcalá de los Gazules dá nombre al Estado y Casa de una estirpe, con rango de Cabeza de sus varios Señoríos. Cobra socialmente el pueblo dignidad honorífica de preeminencia, pues el ducado es el más alto grado nobiliario en España. También supone la jerarquía superior que alcanza una Casa o familia, distinguida a perpetuidad en memoria de sus antepasados y como estímulo de sus descendientes.

      Registremos de Don Perafán su atención especial a Alcalá en algunos aspectos curiosos. De la visita eclesiástica realizada por el Delegado Diocesano don Felipe de Obregón a la Parroquia, en 1588, ha quedado este párrafo interesante: “Luego visitó otro altar que se nombra del bienaventurado San Sebastián donde halló su imagen pintada en un tablerico quadrado de olio hecho de muy buena mano con su corona dorada que dizen truxo el Duque de Alcalá el viejo quando vino de Roma” (3).


      Enseguida habrá de tratarse del envio por Perafán a nuestro pueblo de su hijo, el futuro San Juan de Ribera. Don Perafán entonces hubo de ordenar la acomodación en solar alcalaíno de las casas propias donde instalar a su hijo, al menos de modo análogo a como ocurrió en Bornos, donde los Duques tuvieron un verdadero Palacio ya en el siglo XVI (4).

      Lo más lógico es usar el alojamiento ocasional de entre la Plaza y la Carrera, pues el Castillo estaba ocupado por el Alcaide. En cambio, esa dependencia sólo la usaba el Mayordomo de la Casa como despacho de administración y almacén.

       El problema de la instalación de los Señores jurisdiccionales se nos suscita ya por un hecho muy anterior: lo ocurrido a un tío de Don Perafán, el piadoso don Francisco Enríquez de Ribera. El jerónimo fray Pedro Mariscal, hacia 1735, consigna que don Francisco hizo testamento el 6 de octubre de 1507 por ante el escribano Antón de la Zarza, en Alcalá de los Gazules. Y que aquí también, el mismo día que murió -8 de febrero de 1509-, otorgó un codicilo que confirmaba lo prescrito en su testamento (5) ¿Dónde se alojaba don Francisco en su querido Alcalá, al que legó la dotación fundacional del insigne Convento de Santo Domingo?

       Por eso parece útil ahora la aportación de un dato nuevo, conocido por la publicación en 1997 del libro sobre las ordenanzas señoriales. El párrafo de M. Fernández Gómez, (pág. 160), confirma la existencia en 1543 de Casas propias y residenciales de Don Perafán, registradas en el Cuaderno de cuentas más antiguo de los conservados en el Archivo Ducal (sección Alcalá, 46-1), y dice así: “En el cuaderno de rentas de 1543 se indica que el señor poseía, ademas de la casa utilizada como residencia señorial, una casa de la cozina, arrendada en 4.000 maravedís; otra casa y unas caballerizas, situadas éstas junto a la puerta de la villa, pertenecían igualmente al senior, aunque en aquel año las tenía cedidas gratuitamente(...). En una relación de los miembros de rentas del duque de Alcalá, de la segunda mitad del siglo XVI, se incluyen la Casa Principal, la Casa Reja, las casas en que vive Juan de Mondragón y las casas caballerizas”.

       Son datos que en parte citaba M. Ramos en su Alcalá de los Gazules (página 244), aunque sin fecharlos y con mala redacción, pues confunde las «casas propias» (que propiamente no señala como las residenciales del Señor) con las que se alquilaban o cedían por el Señorío a los particulares. Esto crea e induce a error, por lo que las precisiones de M. Fernández aportan una valiosa referencia. Nosotros tratamos el tema en la página 59 de nuestra obra.

Fajas heráldicas de los Ribera
en el Pendón municipal

      Regresando a la casa que nos importa, se nos ofrece otra singularidad. Junto a la traza castellana fundamental, los expertos apreciaron en algunas construcciones de Alcalá una huella morisca, a veces bien patente. Este rastro existe en toda la comarca; los hermanos Cuevas expusieron que los moriscos, a raíz de la caída de Granada aportaron su trabajo en las obras de la parroquia de San María, de Arcos de la Frontera: dicha iglesia muestra ciertos procedimientos constructivos mudéjares. A este respecto citan a los Gazules, que tienen una calle en Arcos (6).

      
NOTAS

(1) Relación del Obispado de Cádiz de 20 de Enero de 1587, Legajo número 137 de los «Fechos del Real Patronato Eclesiástico». En el Censo de la Corona de Castilla en el siglo XVI. Madrid 1829.

(2) Julio de Atienza y Navajas, barón de Cabos de Belchite y conde del Vado Glorioso. Diccionario Nobiliario Español. De las varias clases de Grandezas que antiguamente hubo, sólo subsiste hoy una pues incluso la honoraria se convirtió en propiedad por el Real Decreto de 10 de octubre de 1864; véase Manuel Taboada Roca, conde de Borrajeiros, Los títulos nobiliarios y su regulación legislativa en España; Madrid 1960. Página 19.

(3) Libro I de Visitas de la Parroquia de San Jorge, año 1588. Puede verse reproducido el párrafo y folio en lámina de Ramos, Alcalá de los Gazules, página 322.

(4) Era reparado en 1629. Véase Blanco Morell Peguero, Catálogo de fondos documentales de la provincia de Cádiz. Archivo General de Medinaceli; Jerez de la Frontera 1973, página 28. 

(5) Pedro Mariscal de San Antonio, jerónimo, Campos Elíseos Cristianos. Historia y antigüedades de la Villa de Bornos y su comarca; parte I. capítulo XXVI y parte II, capítulo IX. El P. Mariscal fue prior del Convento de jerónimos de Bornos en 1735: su obra permanece inédita, existiendo copia en la Biblioteca de Temas Gaditanos.

(6) José y Jesús de la Cuevas y Velázquez -Gaztelu, La Sierra de Cádiz (Primera parte); Cádiz, 1975. Páginas 125-126.


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